No sé si te acordás, como yo, de cuando estabas en la escuela y la profesora explicaba un tema, y preguntaba: “¿alguien tiene alguna pregunta?”, y se creaba una atmósfera compleja en la que quien preguntara se convertía en “El Sapo” de la clase, además de revelar la vulnerabilidad del desconocimiento. Y en una sociedad en la que se premia al que más sabe y no cuestiona y se censura al quiere llegar a la raíz del asunto, se mantiene el sistema.
No es de extrañarse entonces que exista un bloqueo en la capacidad de hacer preguntas en nuestras relaciones interpersonales de lo cotidiano, en el trabajo, en la familia, con los clientes, con la pareja, y hasta con los hijos.
Cada humano percibe el mundo diferente a vos, entiende el mundo diferente a vos, expresa el mundo diferente a vos, imagina el mundo diferente a vos y lo recuerda diferente a vos.
“Ah, pero mis...
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