“Una vez captada la atención de los niños, les enseñamos un lenguaje, les enseñamos a leer, a comportarse y a soñar de un modo determinado. Domesticamos a los seres humanos de la misma manera que domesticamos a un perro o a cualquier otro animal: con castigos y premios. Esto es perfectamente normal. Lo que llamamos educación no es otra cosa que la domesticación del ser humano. Al principio tenemos miedo de que nos castiguen, pero más tarde también tenemos miedo de no recibir la recompensa, de no ser lo bastante buenos para mamá o papá o un hermano o un profesor. De este modo es como nace la necesidad de ser aceptado. Antes de eso no nos importa si lo estamos o no. Las opiniones de la gente no son importantes y no lo son porque sólo queremos jugar y vivir en el presente. El miedo a no conseguir la recompensa se convierte en el miedo a ser rechazado. Y el miedo a no ser lo bastante buenos para...
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