Que el 2021 venga como tenga que venir, yo estaré preparado.

“Dejá de esperar que las cosas sean como vos querés que sean, más bien desea que las cosas pasen como tengan que pasar y encontrarás tranquilidad”, le decía Epicteto a sus alumnos. 

 


Si este 2020 nos ha dejado una lección, es la de recordar que hay muy poco que podemos controlar.

Este es un año que nos demostró lo frágiles que somos, lo incierto que es el futuro, lo susceptibles que somos a las acciones de otros; el efecto mariposa en su máxima expresión. Y esto no tiene nada de nuevo, nuestra vida siempre ha sido frágil, nacemos con un ciclo que cesa, en esta realidad todo cambia, vivimos más en incertidumbre que lo que podemos predecir. Lo que pasa es que en medio del caos el ser humano pierde la noción de su lugar en el mundo; lugar y tiempo, por alguna razón nuestra mente nos limita y nos hace enfocarnos en nuestro pequeño lugar en el mundo y confundirlo con el mundo en su totalidad, haciendo que las inseguridades, ansiedades, miedos y sufrimiento nos lleguen como si fuéramos víctimas del universo, del destino o de un dios enfocado en castigarnos. 

Es que cuando creamos  una ilusión basada en expectativas de lo que no está en nuestro poder, nos disponemos a sufrir por los externos. 

Expectativa versus realidad, de aquí surgen nuestras emociones. Y aunque muchas veces podemos sentir que a las emociones no las controlamos, podemos trabajar en la virtud de reflexionar con respecto a lo que pensamos, es decir, nuestras expectativas. 

Séneca escribía que, “cuando pensemos que las cosas estén yendo mal, aún pueden estar peor”, esto no desde un lugar de pesimismo sino de una advertencia para construir expectativas que no sean frágiles ante el destino. 


Lo único que podemos controlar son nuestros pensamientos y nuestras acciones, esta es nuestra esfera de poder.

Los seres humanos por naturaleza tenemos una necesidad de sentir poder en nuestro mundo, buscando seguridad emocional, tranquilidad y de alguna manera ser funcionales, el problema es que confundimos nuestro poder interior con el mundo exterior y construimos estrategias que tienen que ver con expectativas, deseos, metas y esperanzas sobre las cosas; “lo que me merezco”, el pasado, el futuro, “lo que ella debe hacer”, el clima, la economía, la salud, las decisiones del presidente, el trabajo, mi pareja, mi familia, las fiestas, los impuestos, “lo que quiero del 2021”, etc.

Si queremos alcanzar tranquilidad debemos de enfocarnos en nuestra esfera de poder, crear expectativas para con nosotros mismos, o sea, desear hacer pausas en vez de reaccionar, querer mejorar mis habilidades de comunicación en vez de esperar que los otros mágicamente me entiendan, desear leer un libro, desear hacer ejercicio de forma disciplinada, ser mejor pareja, ser mejor hermano, ser mejor amigo, querer mejorar mi salud emocional. Porque solo así encontremos libertad, construyendo metas con responsabilidad. 


 

¿Qué pasa si hacemos nuestro principal objetivo de hoy en adelante, algo pequeño y realizable?

Se acerca un nuevo cambio de calendario, una nueva vuelta al sol, algo que para muchos tradicionalmente refleja la necesidad de cambio, y bueno pues, después de un año caótico de cierto modo, a más de uno le llega el pensamiento de “el 2021 no puede ser peor”, o “el 2021 será un gran año”, y más expectativas que ahora sabés, no pueden sino entregarnos de nuevo a lo que ya sabemos, nos puede tomar por sorpresa. 

Los filósofos Estoicos tenían como objetivo alcanzar su mejor versión y desde un lugar de “Eudaimonia”; del griego, traducida como plenitud o armonía, para desde este lugar impactar a la sociedad para el mejoramiento de la misma, alcanzando así la buena vida. 

La vida ocurre en este preciso momento, con esto lo que quiero recordarte es que es aquí y ahora cuando inician tus objetivos, con una decisión, con un pequeño paso, con tu muestra de voluntad. 

 

1. Una de las principales claves de un objetivo realizable es que tenga un gran significado. 

Los seres humanos nos motivamos por alejarnos de algo, es decir, eso que quiero dejar de ser, eso que no me gustaría que me pasara o esto que me está pasando y quiero superar, o bien, nos motivamos por acercamiento, esto sucede cuando tenemos claro para donde vamos, lo que queremos alcanzar, esto que nos ilusiona y nos da dirección. Ambas son super importantes y te pueden ayudar a explorar el significado de tus metas. 

No es lo mismo pensar en  que “tengo que leer” a “quiero mejorar mi vocabulario, conceptos e ideas para compartirlo con mis hijos”, por ejemplo. 

Es ideal que por sí solo sea inspirador y atractivo, ocúpate de interiorizar las consecuencias de no hacerlo y alcanzar la claridad al pensar en lo que alcanzarás al lograrlo, siendo lo más específico posible. 

2. Que tenga fecha.

Si no le ponés fecha no existe. Tu cerebro no comprende de largo plazo, por lo tanto, cuando no existe claridad de ¿cúando vas a iniciar y cúando querés lograrlo?, no se encenderá la chispa que dirige tu energía. 

3. Pequeños pasos. 

Entre más ambicioso te ponés para arrancar más probablemente vas a sabotear el proceso. Nada que sea digno de admirar fue hecho de la noche a la mañana, en otras palabras, todo lo que es grandioso fue construido con pequeños pasos.

No nos podemos saltar el proceso y debemos de reconocer que todo inicio requiere de una gran cantidad de energía de nuestro cuerpo y de nuestro cerebro. Cuando vamos a iniciar nuevos hábitos o inclusive cambiar algunos que no nos sirven, nuestro cerebro se activa generando resistencia, es que aunque no lo creamos, nuestro cerebro está diseñado para hacernos sobrevivir no para ser nuestra mejor versión, su misión es la de mantenernos respirando gastando la menor cantidad de energía posible. Es por esto que me gusta decir que vamos en contra de la naturaleza pero en dirección a la virtud, cuando decidimos hacer todo aquello que nos hace ser mejores seres humanos. 

La grandeza está en nuestro ADN y se alcanza con pequeños pasos, de hecho en este momento, en este preciso momento, estás siendo lo mejor que podés ser con los recursos que tenés, pero que no se te olvide que los limites existen solo en la mente y no es que podás lograrlo todo hoy, pero esto no significa que con el esfuerzo y tiempo indicado no seas capaz de lograr prácticamente todo lo que te propongas. 

 


 

Para este 2021 me gustaría regalarte una idea que me ha llenado de poder en momento difíciles y me carga de fuerza para enfrentarme a lo que venga. Es la idea que planteó Epicteto hace casi 2000 años atrás cuando le dijo a sus alumnos:  "Pensá de vos mismo cuando llegue un problema, como un luchador a quien Dios, como un entrenador, te ha puesto frente a un joven y fuerte oponente, con el propósito de entrenarte y convertirte en luchador de clase olímpica. 

El mundo como un campo de entrenamiento, ¿para qué?, para ser nuestra mejor versión. 

Entonces la próxima vez que te encontrés haciéndote preguntas de ¿por qué a mí?, hacé una pausa, y cambiála por ¿qué requiere esto de mí?, ¿cuál es mi siguiente mejor paso?

Estoy seguro de que si enfocaras tus energías durante el 2021 en diferenciar entre lo que podés controlar y lo que no, vas a disfrutar de cambios en tu vida que te permitirán disfrutarla aún más.

Después de todo, lo único que podés controlar es tu voluntad, porque como decía el mismo Epicteto: “No son los eventos que nos suceden los que causan nuestro sufrimiento sino nuestros pensamientos con respecto a ellos”, o sea, “no es la pandemia lo que causó nuestro sufrimiento sino nuestros pensamientos con respecto a ella.”

 

 

Jorge

 

 

 

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