La vulnerabilidad en la comunicación

Tener una realidad compartida es una necesidad pilar en cualquier relación íntima— familia, pareja, amistad. Me refiero a tener una conexión profunda que te hace sentir entendido, apoyado y acompañado. Y es normal sentir frustración cuando de alguna forma no lográs que la otra persona comprenda lo que estás viviendo— algún pensamiento, sentimiento, anhelo, etc.

No estamos acostumbrados a hablar de lo que necesitamos y más aún, no estamos acostumbrados a esforzarnos por comunicar nuestro mundo interior. De pequeños no sabemos que los otros no ven las cosas como nosotros, no saben lo que sabemos y no sienten lo que sentimos. Luego de los cuatro años empezamos a desarrollar una habilidad a la que los científicos y psicólogos han llamado, "la teoría de la mente" o "mentalización". Mas, aunque todos desarrollamos la teoría de la mente para reconocer la individualidad de nuestra realidad, esta habilidad es variable entre unos y otros. A lo que me refiero, es que algunas personas aún en etapa adulta tienden a olvidar que sus parejas no tienen la información que sus mentes poseen. Por ejemplo, cada vez que alguien exige que se cumplan expectativas, muchas veces no habladas o especificadas. O cuando pretendés que tu hermano te pase "esa cosa que está ahí", omitiendo por completo los detalles.

La solución a todo esto es comunicar de forma genuina, efectiva y empática nuestra experiencia emocional e individual. Pretender que las cosas salgan como queremos que salgan simplemente por un mérito autoasignado, es vivir en un mundo irreal, limitado por tus creencias y expectativas.

Si me preguntaras cómo hacerlo, te diría que conectés más con tus emociones y necesidades para hacer buen uso de ellas. Hacer buen uso en el sentido en que tus emociones te están indicando las diferencias entre lo que es y lo que esperás, tus entendimientos y la realidad. Por lo tanto, al prestarle atención a tu mundo interior podrías actualizarlo. Y cuando vayas a actuar a partir del estímulo emocional, hacéte responsable de tus sentimientos, comunicate de manera asertiva y actuá con dignidad.

¿Cómo comunicar empáticamente mis emociones?

  1. Reconocé tus emociones y ponéle palabras a lo que estás sintiendo. Tené cuidado en confundir tus pensamientos con emociones. La emoción es el diferencial entre expectativa y realidad. Ejemplo: a) Es que yo siento que no le importo; b) Me siento solo cuando te hablo y no me respondés.

En el primer ejemplo se hace referencia a un pensamiento— no podemos saber lo que alguien piensa. En el ejempo b), se utiliza un concepto emocional para nombrar la experiencia. Mientras el primero asume y hace una lectura de mente, el segundo habla desde su esfera de poder(lo que pienso, lo que siento, lo que digo y lo que hago).

  1. Reconocé tus necesidades. Las necesidades son universales y son el objetivo de cada una de nuestras acciones e interacciones. Cuando una necesidad no es satisfecha, tendrás una emoción no agradable. Y para satisfacer tus necesidades efectivamente, necesitás de estrategias conscientes.
  2. Prepará tu petición, si resulta ser tu mejor estrategia. Una petición debe estar basada en el lenguaje sensorial— lo que se puede ver, escuchar o tocar— en dirección a lo que se quiere.
  3. Distinguí entre petición y demanda. Una demanda no recibe un "no" como respuesta, una petición es, por el contrario, una solicitud asertiva, respetuosa y sincera.

A tomar en cuenta:

  • Cuando no estás acostumbrada a utilizar un lenguaje emocional, tus interacciones serán más complicadas, pues, tenderán inevitablemente a los malos entendidos.
  • Si tus significados de vulnerabililidad van en contra de expresar lo que sentís y necesitás, probablemente vas a accesar estados defensivos, conflictivos y limitantes. O sea, si creés que hablar de tus emociones puede provocar que te perciban como alguien débil, o similar.
  • Amplía tu vocabulario emocional para que cuando llegue el momento tengás suficientes recursos para reconocer tu experiencia y hacer buena gestión de ella. Las emociones se construyen a partir de conceptos y entendimientos.

Finalmente. Una historia.

Melissa es una chica que tiene una relación increíble con su papá, y aunque juntos la pasan bien, ella ha sentido que su dinámica le ha hecho sentir como una pequeña niña a pesar de sus, ya, treinta años. Su papá ha asumido probablemente que tiene que ayudarle en cada situación y ella no ha podido florecer como lo ha soñado.

Como Melissa no conocía nada de los recursos para comunicar efectivamente sus necesidades, en su primer intento llegó harta de la situación y le pidió a su papá que se sentaran a hablar. Sin darse cuenta, ella no solo estaba en un estado intenso que no le permitió decir las cosas con claridad, sino que sumado a él, sus creencias con respecto a cómo podía ser percibida por la figura masculina de autoridad le llevaron a un estado de confrontación con un tono de vos un tanto agresivo. Su intención era expresar lo que le gustaría que fuera diferente mas el resultado fue incongruente con el objetivo. Melissa, sin darse cuenta, inclusive había trasladado esta dinámica a sus relaciones de pareja.

Luego de conocer las herramientas y darse cuenta de sus áreas de mejora, Melissa construyó un estado alineado a sus valores. Uno en el que el respeto, la seguridad y la asertividad, guiados por el amor, le permitieran tener una interacción más sana con su padre. Y el resultado le sorprendió. Ella logró liberarse de sus entendimientos previos y además construir una mejor actitud para conversar con los otros.

Es que, como dijo Marshall Rosenberg, "cuando las personas hablen de lo que necesitan en lugar de lo que está mal en los demás, la probabilidad de satisfacer las necesidades de todos aumentará sustancialmente".

La vulnerabilidad requiere de valentía. No es lo mismo decirle a tu pareja en la cama que estás harta de su uso prolongado del teléfono— pues esto es demandante y deja la responsabilidad en el otro— que decirle cómo te sentís al no poder conversar con ella, cuál necesidad estás sintiendo insatisfecha y hacer una petición ofreciendo un espacio seguro para lo que tenga que decirte.

La diferencia que hace toda la diferencia es que para hablar de las emociones en vez de juicios y señalamientos, se necesita responsabilidad. Y la responsabilidad es tu habilidad para responder por: lo que pensás, lo que sentís, lo que decís y lo que hacés. En la vida social, sos responsable ante los acuerdos, cómo decís las cosas, qué decís y las consecuencias de tus acciones. Por una comunicación que te faculte para construir relaciones poderosas.

 

Jorge

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