Ya ha iniciado, no hay marcha atrás, el disparo de salida sonó, no existen reglas claras, cada quién las va descubriendo en el camino, los obstáculos son impredecibles y a veces parecen imposibles. En este juego algunos se rinden antes de tiempo, otros dejan de avanzar porque encuentran comodidad en un lugar alejado del camino, unos más “vivillos” han convencido a otros para que dirijan sus esfuerzos en dirección a sus propios intereses con la ilusión de al menos haber encontrado un sentido. El disparo de salida nos llega a todos justo el día en que nacemos, y aunque el juego se juega como si fuera infinito, la duración es incierta para cada quién y a todos les llega su hora final.
Es un juego caótico, porque nadie se ha puesto de acuerdo. Es un poco confuso porque las reglas cambian sin avisar, algunos lo han descifrado de alguna manera y esto no garantiza que se pueda ganar. Es que no existen vencedores sino quienes comprendieron cómo disfrutarlo. Este juego se llama: Vida. Y, ¿vos cómo lo estás jugando?
En un ambiente V.U.C.A: Volátil, Incierto, Complejo y Ambigüo, los filósofos Estoicos descifraron unos cuentos secretos para jugar este juego.
Ellos se plantearon que si el juego está fuera de nuestro control, pues lo que sí podían controlar era su actitud frente a lo que sucediera y que si lo iban a jugar lo iban a hacer de la mejor manera posible; con virtud, decían ellos. No importan las reglas, no importan las adversidades, los retos, los obstáculos, la actitud es la clave. Y ellos pensaban, ‘bueno, en momentos de calma o satisfacción, creerse que esto permanecerá así sería irracional’, entonces, reconocer el cambio como una constante les fue una haz bajo la manga para mantener la cordura. Como para los Estoicos lo más importante es jugar con virtud, reconocieron que esperar que las cosas pasaran como ellos querían que pasaran les provocaba emociones que les alejaban de poder jugar el juego con inteligencia, empatía, creatividad y valentía, entonces decidieron aprovechar cada situación para con disciplina entrenar su mente para tener expectativas solamente dirigidas a sus pensamientos y acciones. Es que se daban cuenta que a veces todo iba bien y de repente ocurría un desastre natural, un accidente o algo que les dejaba en desventaja material o física, y que los demás jugadores buscando comprender y resolver el juego, hacían o decían cosas que con sus consecuencias cambiaban el panorama. Se dieron cuenta que lo que les sucedía no era nada más que la concatenación de eventos que terminaban como las nuevas cartas con las que les tocaba avanzar.
Como no sabían cuando iba a terminar el juego, decidieron aceptar esta verdad y asumirlo con dignidad, no ignorando este detalle sino contemplándolo constantemente porque esto les ayudaba a amar el proceso mientras estuvieran dentro. Para los Estoicos, fue fundamental reconocer que cuando jugaban en colaboración con otras personas todo fluía mejor, todos se veían beneficiados, por lo que decidieron formar parte de pequeñas y grandes comunidades compartiendo de sus perspectivas, ayudando y apoyando a los demás en avanzar en sus respectivos caminos.
El juego de la vida con las guías Estoicas, le dió beneficio a muchos, encontraron tranquilidad en medio de todo. A pesar de muchas desilusiones quienes recordaban sus ideas lograban reponerse rápidamente y aprender de lo que fuera que pasara, se dieron cuenta de en dónde colocar la energía y dejaron de perder el tiempo en todas las cosas que no dependían de ellos. Los Estoicos jamás lograron controlar las circunstancias pero encontraron en su interior las mejores soluciones, ser jugadores dignos y asumir con excelencia las condiciones ambigüas en armonía con todo y todos.
El Estoicismo no es la única forma de jugar el juego de la vida, y al mismo tiempo es una de las más efectivas.
Jorge
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