"Aquel que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo"
-Friedrich Nietzsche
Han pasado ya casi dos años desde que mi esposa y yo decidimos fundar La Academia Mind Coach, para llegar a más personas e impactar vidas en toda la región Latinoamericana. Nosotros formamos líderes en comunicación humana, personas con la capacidad de vivir desde su máximo potencial y gestionar sus emociones. Tenemos como pilares la neurosemántica, las neurociencias y la filosofía, e intentamos explicar el comportamiento humano desde una perspectiva que combina lo mejor de las tres.
Ha sido un gran viaje a la fecha ya hemos logrado llegar a más de 7000 personas con nuestros programas, talleres, masterclasses y productos digitales para crecimiento personal y liderazgo, ya empresas nos han reconocido y hemos impactado organizaciones de todo tipo con nuestras herramientas.
Creo que ya no nos parece raro escuchar de una idea que surgió en tiempos de pandemia, hemos sido testigos de muchas historias de emprendimientos que han visto la luz en los últimos dos años; esa señora que estaba aburrida y decidió hacer pan, ese joven que quizo utilizar las herramientas tecnológicas para emprender, la chica que utiliza el arte de los aromas para crear productos increíbles o aquel que no le quedó de otra que inventarse algo nuevo para sacar adelante a su familia.
Sinceramente nuestros comienzos fueron muy prósperos y alentadores, y aunque hemos pasado momentos complejos, negocios fallidos, metas no cumplidas en algunas áreas, lo sigo viendo así. Hemos hecho una gran inversión de tiempo, dinero, esfuerzo y dedicación. El proceso ha demandado todo de nuestra parte emocional y fisicamente. Tenemos una ilusión tremenda de llegar a la mayor cantidad de personas con un mensaje de poder y nuestra energía está puesta en ello.
No te voy a mentir, mi parte ambiciosa y competitiva me ha llevado a sentirme decepcionado y desgastado en ciertos momentos, por querer avanzar con más fuerza en nuestra causa.
Por otro lado, mi buen sistema Inmunopsicológico, ese que me protege mentalmente, ha funcionado de maravilla y aquí me tiene fijando la mirada en nuevos proyectos, aprendiendo de los errores, guardando lecciones y transformando cualquier situación en una historia más qué contar.
No se me olvida lo que un amigo me dijo una vez: “no existen malos momentos, solo buenas historias”.
En algún multiverso, imagino, que ya somos millonarios y que continuamos ayudando como lo venimos haciendo, a la mayor cantidad de personas. Y en este lo que recibimos con cada meta es en realidad nuestro MBA de la vida.
A pesar del agotamiento, las dudas, los miedos y las altas expectativas que a veces no se cumplen, me siento entusiasmado por lo que viene, y por lo que hemos hecho hasta la fecha. Han habido muchas cosas buenas. Me siento así, quizás porque le pongo rostro y nombre a los resultados, no económicos sino en la vida de todas las personas que me cuentan sobre cómo mis mensajes y clases les ayudaron a descubrir recursos increíbles para ser mejores humanos, para vivir desde altos significados. Personas que asumiendo la responsabilidad de ser cada día mejores han salvado sus matrimonios, otros han sanado la relación con sus padres, y algunos otros han descubierto nuevas estrategias para conectar con sus hijos, parejas y colaboradores. Muchos me han contado historias increíbles sobre cómo utilizando las herramientas han avanzado en las organizaciones en las que trabajan, impactando a más personas como líderes empáticos. Desde la gratitud pienso en todas aquellas personas que me han hecho saber que en momentos difíciles han recordado alguna idea o frase que he compartido y les ha reconfortado, animado y empoderado.
Me llena de satisfacción saber que lo que me hizo bien a mí hace algunos años e iluminó mi vida, hoy sigue siendo igual o más valioso. Estas herramientas de humanas que son cada día más necesarias, estas mismas que nos diferencian de todas las especies y que la tecnología difícilmente superará.
Mi estado permanente es el de optimismo, quizás porque decido no sufrir por lo que ya pasó, he decidido desapegarme de lo que no puedo controlar y confiar en el camino, que es lo que me queda. Tengo la ventaja de que amo lo que hago y recuerdo constantemente que el presente es el único lugar en donde puedo construir un futuro diferente, ese que no ha llegado.
Un alto significado y un buen desempeño, dice Michael Hall, que es la clave de la autorrealización, para mí, del camino de la felicidad.
RESILIENCIA, le llaman a la cualidad de adaptarse y sobreponerse frente a la adversidad.
Ha sido investigada por años y para nosotros puede ser pan de cada día, aún sin darnos cuenta. Cada vez que conocemos la historia del chico que cruza una montaña para llegar a la escuela, la atleta que se lesiona y decide enfocar su energía en la recuperación, la madre soltera que asume todos los roles para sacar adelante a su familia, la historia de quienes fueron prisioneros en el holocausto, las personas que lucharon contra enfermedades con una mente positiva, esa persona que emprende y sabe que es momento de hacer nuevas cosas, ese a quien luego de un accidente le amputan una pierna y decide ser el mejor atleta paraolímpico o esa empresaria y visionaria que se impone frente a un mercado que está en su contra para ser la persona más influyente en el mundo.
La resiliencia, está en nuestro ADN como especie.
Norman Garmezy, fue un psicólogo que dedicó su vida al estudio de las características de los humanos que demostraron una resiliencia sobresaliente. En su camino, uno en especial llamó su atención. Era un niño de 9 años con una madre alcohólica y un padre ausente. Él llegaba todos los días con una gran sonrisa, y un sandwich de pan… sí, uno que de un lado tenía pan y del otro también. Nada en medio.
A Garmezy le causaba curiosidad ver la actitud de este niño quien no quería que nadie le tuviera lástima por su situación, y más bien continuaba estudiando y esforzándose por sus metas.
Como este niño, han habido muchos y gracias a Garmezy y su equipo, quienes estudiaron por más de treinta años a casi setecientos niños y niñas en Hawai, lograron descifrar algunas características de las personas resilientes. Lo que descubrieron fueron cuatro principales rasgos:
1.Responsabilidad
Es la actitud de asumir las cartas del destino tal y como están dispuestas. Esa responsabilidad que es distinta a la culpa, y que está del otro lado del estado de víctima. Es la capacidad de hacer un alto y reconocer, ¿qué es lo mejor que puedo hacer con lo que tengo? Es decir, actuar con una esperanza racional; esperando por lo mejor y preparándome para todo.
2.Mentalidad de crecimiento
Es la mentalidad de quién reconoce que todo en esta vida cambia, que nada es definitivo ni definitorio. Quien comprende que no existe el fracaso sino solo oportunidades para mejorar. Cuando se fija la mirada en una meta y se es capaz de mantener el esfuerzo y determinación necesarios hasta alcanzarla. Es la mentalidad que le pertenece a quien sabe que los resultados no le definen.
3.Realidad controlable
Cuando una persona tiene claro lo que puede controlar y lo que no, accede a un nivel de libertad y armonía interior que no depende de nada ni de nadie. Los Estoicos lo conceptualizaron muy bien, con su idea de la dicotomía del control: solo podemos controlar nuestros pensamientos y nuestras acciones. Lo que no podemos controlar son los externos. Si prestamos demasiada atención y creamos expectativas para con ellos, es fácil caer en el sufrimiento, de todo tipo. No controlamos lo que los demás hagan o digan, tampoco el pasado o el futuro, ni si quiera nuestros cuerpos, el clima o la economía.
Es hacer una pausa para decidir, qué puedo controlar y qué no, para enfocar la energía en mi siguiente mejor paso.
4.Lenguaje
Somos seres lingüísticos, comprendemos el mundo a través de las palabras y los significados que les asignemos. Son las historias que nos contamos las que expresan nuestra realidad. La ciencia hoy ha descubierto que el poder del lenguaje no es una metáfora sino que está programado en nuestra fisiología. Las mismas redes neuronales que se encargan de procesar el lenguaje controlan nuestro sistema nervioso. ¿Cuál es la historia que te estás contando?, ¿por qué a mí? o ¿para qué me está pasando esto?, ¿esto es un fracaso o esto es una lección, es culpa de ella o esto es algo que podemos mejorar?
Nuestra forma de expresarnos con respecto al mundo y nosotros mismos impacta directamente en cómo experimentemos la realidad momento a momento.
Era el año de 1914 y en un día normal de diciembre en Nueva Jersey, como hace ya mucho tiempo, Thomas Alva Edison dedicaba su esfuerzo a la creatividad. Gracias a ello se había ganado el apodo de “El Mago de Menlo Park” en California.
Para ese entonces ya era un inventor consolidado y reconocido, con cientos de patentes registradas y muchos dispositivos que marcaron la historia en todo el mundo como el fonógrafo, la cámara de cine, la famosa bombilla incandescente, las telecomunicaciones, las baterías, equipos de grabación de música y cine, etc.
Para ese momento Edison tenía ya 67 años y aunque para cualquiera sería la época de retiro, para él, su trabajo era la fuente de motivación y satisfacción más grande, el fruto de su enfoque y esfuerzo estaba representado en su fabrica.
A las 5:30 de la tarde aproximadamente, ocurrió algo que nadie podría haber esperado. En el barrio de West Orange se escuchó una explosión.
Los vecinos salieron alertados y de inmediato acudieron a los bomberos, quienes llegaron tan pronto como pudieron. Sin embargo el incendio ocurría dentro de la fábrica del famoso inventor— llena de químicos y materiales altamente inflamables necesarios para sus creaciones. El fuego se propagaba rápidamente y provocaba un fenómeno imposible de presenciar en otras circunstancias. Los bomberos utilizaban sus mejores recursos pero no lograban frenar este accidente.
Alguien alertó a Thomas Alva Edison de lo ocurrido, sin pensarlo salió corriendo al lugar de los hechos acompañado de su hijo, Charles. Ambos se quedaron atónitos frente a las columnas de llamas de todos colores.
Fue luego de un momento y en un instánte que Thomas asimiló lo sucedido y le dirigió unas palabras a su hijo diciéndole: “andá a llamar a tu mamá y decíle que llame a todas sus amigas, porque un fuego así nunca más volverá a suceder”.
En ese momento Charles no comprendía la perspectiva de su padre y con unas lágrimas en su rostro no sabía qué hacer. “No te preocupés, nos acabamos de deshacer de un montón de basura”, Thomas le dijo para consolarle.
A los 67 años, el pueblo creía acabado el proyecto del inventor. En su mente no existía nada más que continuar con las nuevas cartas que el destino le había asignado.
De hecho a los reporteros Thomas Alva Edison les dijo: “a mi edad este es el fuego que necesitaba para volver a comenzar”. El seguro solo cubrió una fracción de la perdida, pero su equipo y él lograron reponerse e incrementar las ventas para el siguiente año.
Es una herramienta de supervivencia, por ello busca ahorrar energía y tiene una predisposición a los hábitos. Entre menos energía gastemos mejor. Y, ¿qué es lo que más nos quita energía?, cambiar.
En los últimos estudios científicos sobre cómo funciona nuestro cerebro se ha descubierto que guarda información de nuestro pasado para sentar las bases con las que operamos en el momento presente, con el objetivo de saber eficientemente y de manera relativamente funcional, ¿qué se supone que debemos de hacer en cada contexto?. Ya podrías entender la razón por la cuál, a muchos les genera una gran aversión exponerse a nuevas comidas, nuevas personas, nuevos lugares, etc. Por el miedo primitivo de no tener suficiente información para saber qué hacer. El miedo a la incertidumbre podríamos deducir es parte de nuestra naturaleza. Paradójicamente, solo las nuevas experiencias nutrirían nuestro cerebro con nuevos conceptos e información para desenvolvernos de la mejor manera ante diversas situaciones.
"Cuando tenés el cortisol elevado en tu sangre por mucho tiempo, la inflamación se activa. Te sentís desprovisto de energía... Cuando te sentís fatigado por la inflamación, no te vas a mover debido a que tu cerebro erróneamente cree que tus recursos de energía están limitados.
Empezás a comer y dormir mal, dejás de lado el ejercicio, lo cual desbalancea aún más tu presupuesto de energía, y entonces empezás a sentirte seriamente muy mal.
Podrías subir de peso, lo cual aumente los problemas debido a que ciertas células grasosas de hecho producen proteínas que promueven la inflamación, haciendo el asunto aún peor.
Empezarás a evitar personas, quienes no podrán ayudarte a balancear tu presupuesto energético. Las personas con pocas conexiones sociales producen más proteínas proinflamatorias y se tienden a enfermar más seguido."
-Lisa Feldman Barrett, El mundo secreto del cerebro
Se trata de predicciones. Predicciones basadas en las situaciones previas para analizar lo que está sucediendo y rápidamente construir un pequeño plan de acción. Esto sucede
en todo momento, todos los días, todo el día. Es como si el cerebro estuviera calculando sin parar nuestros mejores movimientos. De hecho es así.
Hasta que algunos de estos cálculos de alguna manera se programan en nuestra mente como el plan A de nuestra vida, y se convierten en hábitos. Las predicciones nos ayudan a funcionar, pero no siempre son las más precisas y tampoco las más ecológicas, o sea, de beneficio para vos y tu entorno.
Si nuestro cerebro trabaja por predicciones y la base de ellas es nuestro pasado
Haber pasado por confinamiento nos trajo a todos cambios en contra de nuestra voluntad.
Cambiaron nuestras relaciones interpersonales, dinámicas familiares, hábitos de descanso, alimentación y ejercicio. Y esto nos dejó con emociones que no conocíamos. Fue realmente agotador y brutal para nuestro sistema nervioso.
No es para menos que ahora nos estemos topando con personas que no parecen estar en el nivel máximo de entusiasmo pero que tampoco se ven deprimidas…
En los seres humanos el estado de ánimo se ve reflejado en el espectro que va del florecimiento o autorrealización y al otro extremo, la depresión.
Nadie habla de lo que están en el medio. No es depresión, aún hay esperanza, no es fatiga porque todavía queda energía y aunque no es soledad, hay un sentimiento que no se puede expresar, pero se ve en todo lado.
¿Hola como estás?, eeh, bien… pero ese “bien” que sale por costumbre y no por convicción. No percibimos la motivación, ni en nosotros ni en los demás, estamos al borde de quemarnos, pero no paramos de trabajar, estamos en el modo: hacer-hacer-hacer, hasta terminar “haciendo que hacemos”. Es como una forma de obsesión silenciosa, una manera de sentirnos productivos y asegurarnos el futuro, ese que es incierto y aún no llega. Sin darnos cuenta entramos en un modo supervivencia y derribamos los limites de casa-trabajo, para algunos: cuarto-trabajo. Dejamos de lado el descanso, ese que es tan necesario y que todas las especies utilizan para tener bienestar y el ser humano busca de formas deliberadas privarse de él. Poco a poco perdimos la soberanía de nuestra vida, al menos del ideal de nuestra vida, entregando nuestras energías al trabajo.
Y no digo que esté mal trabajar, para nada, sobre todo si uno ama lo que hace, sino lo que quiero decir es que somos seres humanos, no “haceres” humanos, por alguna razón. Nuestro valor no puede estar directamente relacionado a qué tanto hagamos o dejemos de hacer en un día. Es diferente lo que soy, de lo que hago o lo que tengo.
A Churchill le preguntaron por la clave del éxito y él dijo: “es fácil, no me levanto si me puedo sentar y no me siento si me puedo acostar”, y tuvo las energías cuando el mundo entero necesitó de su liderazgo.
Es fácil caer en hábitos inconscientemente, sobre todo cuando nuestro cerebro procesa lo que hacemos como algo que nos aleja de una amenaza o nos genera placer.
Basado en lo que conoce, evalúa el entorno y genera un plan de acción.
Ponerle nombre a las emociones es una buena estrategia para tomar control de las predicciones, y estirar el espacio entre estímulo y respuesta, ese que Viktor Frankl alguna vez dijo, que es donde existe la libertad, la libertad para tomar decisiones. Esa sensación de “meh”, no tener una meta clara y un nivel de energía un poco dudoso por la falta de motivación, se llama languidez.
Si nuestro cerebro trabaja por predicciones y la base de ellas es nuestro pasado
Siempre es momento para actualizar nuestros conceptos y descubrir nuevas y mejores predicciones.
Pero, ¿cómo podemos Hackear esas emociones del 2021?
Con algo que nos resulta muy natural a los seres humanos, el estado de FLOW.
El estado del Flow es el que los psicólogos y científicos han estudiado en relación al alto rendimiento y el florecimiento humano. Es esa sensación que ocurre cuando estás con un enfoque total, presente, con objetivos claros, con retos atractivos, el tiempo pasa y no lo notás, se distorsiona la realidad disasociándote de los pensamientos del ego para poner tu energía en algo más grande que tu individualidad.
Es el estado al que accesan los atletas que nos maravillan con sus proezas que parecen difíciles de repetir, es el mismo estado con el que te conectás cuando tenés una buena conversación, estás en la naturaleza, jugás un video juego, o practicás tu deporte favorito.
Este es el gran secreto para empezar a agregar valor a tu vida: ser intencional para construir espacios y momentos de FLOW, para trabajar, vivir, y relacionarte.
De alguna manera decidir construir un espacio para estar presente, encontrar una buena razón para enfocar tu energía en una sola cosa, ofrecer lo mejor de vos y divertirte en el proceso te ayudará a hackear cualquier emoción disruptiva que parezca apoderarse de tus días.
Para accesar al estado del Flow requerís:
1. Objetivos claros.
2. Estar Presente en mente y cuerpo.
3. Un reto atractivo.
4. Disfrutar la actividad.
En el año 161D.C un filósofo de 42 años fue elegido líder del Imperio Romano, convirtiéndose en el hombre más poderoso del mundo durante 19 años. Era una época hóstil, volátil, incierta, compleja y ambigua— guerra, traición, muerte, ruido, contaminación, caos…
A cuatro años de su gobierno empezaron a enfermar millones de personas de una enfermedad muy extraña, tosiendo y muriendo asfixiados. ¿Te parece conocido?
¿Qué es lo que hizo que Marco Aurelio sacara adelante a un Imperio en crisis y fuera reconocido como uno de los mejores líderes de la historia?
Pues, se había preparado para ello. Como dijo antes de él, el escritor y filósofo, Lucio Séneca, “esperando por lo mejor y preparándose para lo contrario”.
Marco Aurelio había dedicado una vida entera a la mejora de sí mismo y ejercitar su mente para enfocar su energía en lo que sí podía controlar; “pensamientos y acciones, pensamientos y acciones”, se repetía en su cabeza. De alguna manera el Destino ya lo había preparado para lo que habría de llegar durante su gobierno.
Aún perdiendo a 8 de sus 13 hijos, siendo traicionado por amigos y su esposa, sufriendo de enfermedad y sosteniendo a sus tropas en medio de una posible invasión de los Barbaros, tuvo las fuerzas para revertir deudas, vender las riquezas del Imperio para pagar funerales y acompañar empáticamente a su pueblo.
“Lo que no es bueno para la colmena no es bueno para la abeja”, decía él, refiriéndose a la justicia y el bien común.
En sus últimos años de vida y en la línea de batalla, escribió para sí mismo “Las Meditaciones", libro que hoy resulta entre lo más vendidos de los últimos años y no es por casualidad. Las reflexiones de un líder en tiempos de crisis que escribió sobre amor, empatía, justicia, sabiduría, moderación y tranquilidad, es digno de ser recordado y admirado.
Aquí lo que nos queda es una reflexión final. La historia no la leemos para no repetirla, sino para reconocer la grandeza del ser humano en las acciones que nos inspiran a ser mejores y recordar de lo que somos capaces. Para como dijo el Emperador Marco Aurelio, tener en mente que “si alguien pudo hacerlo, quiere decir que es humanamente posible”.
El poder del lenguaje no es una idea romántica, así es como nos regulamos, al conocer historias, leer escritos milenarios, expresar nuestras emociones, tener buenas conversaciones y enriquecer las formas de manifestar nuestra perspectiva del mundo.
Aspirar a la grandeza aún en momentos de ambigüedad, es digno de una criatura resiliente, capaz de utilizar la lógica, razón, creatividad y empatía para vivir una vida en armonía interior y con los demás.
Recordá que la tranquilidad más grande se encuentra en tu ser interior, en este preciso momento.
Y es en momentos difíciles cuando prestarle atención a quienes deciden servir y convertir obstáculos en una oportunidad, se convierte en la mejor idea para una vida llena de motivación.
Es necesario recordar constantemente que en el momento presente, todo está bien. Encontrando la tranquilidad interior que hace crecer un fuego intenso, al que cualquier cosa que se le eche encima la convierte en combustible para hacerse aún más grande.
Jorge
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