Hablamos de las emociones como si fuera pan de cada día, nos preguntamos si se pueden controlar o no; nos invitamos unos a otros a sentirlas, a controlarlas, a gestionarlas y hasta a volvernos más inteligentes con ellas, etc. ¿Sabés lo que pasa cuando una idea atractiva atrapa tu atención mas en la práctica no lográs hacer uso de ella? Que se hace cada vez más grande la brecha entre lo que sabés y lo que realmente hacés. “Entre el dicho al hecho, hay mucho trecho”, dice el viejo refrán.
Pues entonces, ¿cómo resolver esto?. Primero te voy a compartir mi perspectiva de lo que son realmente las emociones para que luego de definirlas, hacerte saber por qué son importantes en nuestra vida, cómo hacer buen uso de ellas y finalmente algunos secretos a tomar en cuenta.
Las emociones son el resultado de la comunicación entre nuestro cerebro, nuestro cuerpo y el entorno. Esta constante interacción hace que nuestra mente guarde información para construir un mapa con el cual navegar el territorio. El mapa de nuestra mente es diferente al territorio en sí, debido a que este mapa lo vamos creando momento a momento consciente e inconscientemente por medio de procesos subjetivos y generalizados. Esta experiencia mental nos permite funcionar relativamente bien en un entorno impredecible y constantemente cambiante que goza de ciertas reglas naturales que provocan patrones, los cuales nos permiten predecir con cierta precisión nuestros siguientes pasos, nuestras acciones y movimientos, nuestras palabras y comportamientos. Pero, ¿qué sería de toda esta experiencia interna sin las palabras y sus significados? A decir verdad, no lo sabemos. Hay animales con niveles elevados de comunicación y colaboración como los delfines, las ballenas y los pulpos, mas en el mejor intento por deducir una respuesta: difícilmente seriamos la especie que goza de la supremacía en este planeta sin la capacidad de transmitir por medio del lenguaje nuestros recuerdos y lo que imaginamos. Cabe recalcar, que no siempre tenemos las mejores predicciones para operar en el entorno, y por ende nuestras acciones están limitadas por nuestros recursos internos.
“El mapa no es el territorio” -Alfred Korzybski
Si las emociones son el resultado de la comunicación entre nuestro cerebro, nuestro cuerpo y el entorno, ¿cómo podemos utilizarlas a nuestro favor?. Buenos, si prestaste atención al detalle que nos separa del resto de especies y recordás que son las palabras y los significados, entonces podrías inferir que las emociones no existirían sin las palabras y los significados. O como dijo Michael Hall, “no podemos pensar mejor de lo que usamos nuestro lenguaje” y las emociones son cosa de la mente. Aquí hay algo más qué definir y quizás con una pregunta podríamos aclarar, ‘¿las otras especies no tienen emociones?’, esta es la pregunta correcta mas no podemos dejar pasar la pregunta obligatoria, ‘¿me estás diciendo que los animales no sienten?’. Respondiendo a la primera: no, no tienen emociones, ¿cómo podrían experimentar algo si carecen de la herramienta clave para construirlo?. Respondiendo a la segunda: Sí, claro que sienten. Al igual que nosotros sus cerebros, adaptados a sus nichos específicos, también se comunican con sus cuerpos y el entorno. Y como nosotros, sus cerebros no están diseñados para pensar sino para mantener en equilibrio la energía de sus cuerpos y preservar la especie. Sí, acabo de decir eso, nuestros cerebros no están diseñados para pensar. Esta es una característica que desarrollamos como parte de la evolución mas no es la “razón” principal de su funcionamiento. Los animales como nosotros tienen sentimientos, o bien, una sensación subjetiva, momento a momento, de su nivel de energía y su comodidad en cada contexto. Con en mente, lo que nos queda entonces, es utilzar las emociones por lo que son: piezas de información. ¿Información de qué? del diferencial entre nuestro mapa mental y el entorno; expectativa y realidad. Y nuestro mapa está construido a partir de: creencias, significados, conceptos ambiguos, entendimientos abstractos, paradigmas, historias, valores, etc. O sea que, las emociones son relativas oportunidades para conocernos, darnos cuenta de qué tan precisos son nuestros mapas y qué tan útiles están siendo en dirección a los objetivos que nos trazamos.
Las emociones son piezas de información que de cierta manera nos invitan a hacer algo, mas no son piezas infalibles e incuestionables. Con esto lo que quiero decir es que, creernos las emociones como verdaderas limita nuestra experiencia humana. Las emociones no son verdaderas mas lo que sentimos es real porque lo sentimos. Así mismo, esta es la premisa sobre la cuál logramos empatizar con los demás, porque creemos en sus emociones, porque creemos su experiencia, no porque sea verdadera sino porque es tan vívida como la nuestra. En este sentido, para muchos las emociones pueden ser confusas, pueden disparar un “set” de comportamientos y creencias como mecanismo de defensa o bien como hábitos. Las emociones son invitaciones a movernos, no son comandos de acción sino un regalo para prestar atención a nuestros mapas, a nuestro cuerpo y a nuestro entorno. Las emociones son un intento lingüísticp para expresar el contraste entre nuestra forma de ver el mundo y todo lo que sucede momento a momento y que no podemos controlar.
Si no prestás atención a tus emociones no estarás viviendo una vida plenamente humana, porque te estarás perdiendo de un recurso fundamental para actualizar tus mapas y acercarte cada vez más a la experiencia del momento presente, conectar con tu sabiduría interior y finalmente comprender el sentido de la vida. Las emociones como todos los conceptos son solo palabras. Mas a través de las palabras es que, en el mejor intento, aprendemos, nos comunicamos, experimentamos y construimos la realidad.
Tus entendimientos y creencias con respecto a las emociones pueden estarte limitando. Se requiere de vulnerabilidad para reconocer lo que sentimos y necesitamos, para comunicarlo y gestionarlo con virtud. La vulnerabilidad está lejos de ser sinónimo de debilidad, sino más bien es el valor que manifiesta valentía, empatía y virtud. Para mostrarse vulnerable se necesita intención porque sin ella hablar de lo que se siente sería solo “sobre exponerse”. La intención para mostrarse vulnerable es para construir realidades compartidas. Como seres sociales es necesario expresar con responsabilidad la experiencia subjetiva de nuestro mundo interior porque solo así nos podremos comunicarnos efectivamente con las demás personas. Que nunca se te olvide que la comunicación significa “poner en común” y no, deducir, leer mentes, adivinar, inferir y conjeturar.
¿Ya te diste cuenta de que podés pensar con respecto a lo que pensás y sentir con respecto a lo que pensás y así sucesivamente? Pues esto es algo que hacemos naturalmente, no todos lo reconocemos de buenas a primeras y esto no limita la capacidad de hacerlo. Ante cualquier estímulo surge una experiencia primaria de mente-cuerpo, y entonces sentís algo que dispara un pensamiento que subsecuentemente te hace sentir otra cosa que experimentás como tu alucinación de la realidad. Lo que es, está realmente lejos cualquier interpretación, incluyendo la tuya. Esto puede jugar a tu favor si tomás control de este mecanismo autoreflexivo. Pensar con respecto a lo que sentís y sentir con respecto a lo que pensás y pensar con respecto a lo que pensás, etc. Si ya deporsí lo hacemos, ¿por qué no crearnos las narrativas que nos ayuden a tener una vida más placentera? ¿por qué no construir conceptos que nos liberen, que nos empoderen y nos permitan vivir una vida llena de posibilidades?.
Juan es un tipo normal, vive con su pareja y tiene vida es muy ajetreada. Pasa del trabajo a la casa y de la casa al trabajo, a veces, cuando encuentra energía y voluntad, toma un desvío al gimnasio para mantenerse en forma pero sobre todo para mantener la cordura, dice él. Su pareja ya sabe de los hábitos de Juan, conoce sus gustos, sus mañas, sus metas, etc. Como Juan, ella vive una vida humana en sociedad; con sus necesidades, entendimientos, incongruencias, recursos, metas y sueños. Ella ve el mundo distinto a Juan, razón probable de que se hayan unido en algún momento y encontrado equilibrio como un nuevo ente; ellos dos, juntos, como pareja. Todo esto para darte un pequeño contexto de lo que está por suceder.
Es martes y Juan llega a la casa temprano, hoy no pudo ni siquiera ir al ‘gym’ por un dolor de cabeza de tanto estrés. María aún no ha llegado, probablemente porque en su trabajo le tocó adelantar algunas “cosillas” para no acumular tareas para mañana, ella es muy dedicada a lo que hace. Cuando Juan llega, se hace un té y se quita sus zapatos, los deja tirados en la sala. Y aunque sabe que a María no le agrada ver esto, por mientras ella no está, él solo se dispone a relajarse en su cuarto y se olvida por completo del “desorden”. Cuando llega María, entra apurada y por alguna razón lo primero que nota es que están los zapatos en la sala y de inmediato siente un vacío en el estómago y piensa “uy esto no debería estar ahí”, luego empieza el proceso autorreflexivo de forma natural y desapercibida, “esto es una injusticia, yo llego a la casa y espero encontrarla limpia y ordenada y esto es lo que me encuentro”, “esto es una cochinada”, “Juan siempre tan desordenado y no le importa NADA”, hasta que una molestia se convierte en ‘ira’. Una ira que María sabe que no es racional, pero no sabe expresar y entonces se la aguanta y calla. De pequeña, María aprendió indirectamente el concepto de “orden” al ver a su mamá y cómo ella la formó. Además aprendió cómo responder ante el desorden y cómo expresar la ‘ira’ al ver a sus papás interactuando ante los desacuerdos. Sin embargo, los valores de la María ‘adulta’ no aceptan esos comportamientos que hoy ella desprecia; gritos y demandas.
El concepto emocional de ira, está limitando a María de poder expresar sus necesidades o bien, conocer la realidad de manera más amplia si se comunicara con Juan para construir una realidad compartida. ¿Qué pasaría si María no solo se da cuenta de lo que siente y le pone nombre sino que se da permiso de sentirlo?, sería algo extraño en un principio porque sentirlo, pensaría ella que le invitaría a pegarle gritos a Juan, pero ¿y si crea un nuevo permiso?, un nuevo permiso que le ayude a reconocer su expectativa, sus valores y necesidades y al mismo tiempo pueda mantener el respeto para cuidar sus relaciones— en este caso, su relación con Juan. ¿Qué pasaría si María reconoce lo que siente y esto le permite actualizar la información de su mente? María siendo capaz de ello, construye una nueva emoción, o al menos, un nuevo concepto emocional, alineado a su forma de ver el mundo como persona adulta: ‘un enojo respetuoso’. María sintiendo entonces, el ‘enojo respetuoso’, descubre nuevas opciones y se da permiso de agregar un poco de curiosidad y humor a la situación. Todo por hacer buen uso de sus poderes y cualidades, por hacerse responsable de sus poderes personales y su capacidad autoreflexiva.
Quiero que imaginés todas las cosas que podría lograr María con estos recursos y te des cuenta de que como ella, vos también podés construir tus propias emociones; sanas, ecológicas(de beneficio para vos y tu entorno), creativas y congruentes con tu mejor versión. A este proceso autoreflexivo le llamamos los MetaEstados en Neurosemántica para referirnos a los niveles superiores de la mente que resultan ser los marcos de referencia con que teñimos nuestra versión de la realidad.
Con un sencillo paso a paso te cuento cómo lo he hecho yo personalmente.
Las emociones son movimiento. Sin invitaciones a actuar y como especie social, capaz de utilizar la razón, estamos llamados a hacer el mejor uso posible de ellas. Como dijo Marshall Rosenberg, “el día en que dejemos de señalar lo que está mal en los demás y más bien hablemos de lo que necesitamos, la probabilidad de satisfacer las necesidades de todos aumentará sustancialmente”.
Jorge
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