“Retiráte en tu interior tanto como podás. Asociáte con personas que puedan ayudarte a mejorar. Dále la bienvenida a aquellos a quienes vos le podés aportar. El proceso es mutuo: el ser humano aprende mientras enseña.” -Séneca, Carta VII
Los tiempos a solas son necesarios para conocer nuestro ser interior, reagrupar energías y construir la vida que queremos vivir. Las relaciones que tenemos son una herramienta de crecimiento personal. ¿Qué tan intencional sos con tus interacciones sociales? ¿Qué tanto tus relaciones te están acercando a la vida que querés vivir? ¿Estás aprovechando tus conversaciones como un espejo de autoconocimiento?
He estado incómodo últimamente, reflexionando y preguntándome qué puedo hacer para apoyar a quienes atienden el llamado y por alguna razón vuelven al status quo. ¿Has visto la película Matrix 4?… Neo vuelve a la Matrix. Esto es lo que me inquieta; las personas que abren sus ojos, que “salen de la cueva”, y aún así deciden regresar. Quienes se dan cuenta de que están para cosas grandes, para contribuir, crear, integrar, lograr, inspirar, etc., y lo dejan de lado por cualquier razón o excusa.
A través de los años he observado un fenómeno muy interesante en muchas de las personas que tienen un acercamiento al autoconocimiento y desarrollo personal; terapia, cursos, certificaciones, coaching, etc. Parece que existe una barrera o bloqueo invisible en sus planes y sueños. Primero, como seres sociales nuestros lugares de interacción importan. Importan e influyen fuertemente en nuestros comportamientos. Segundo, la mentalidad de proceso es escasa en un mundo que premia y ofrece la inmediatez. El fenómeno del que hablo sucede por dos factores principales: somos seres sociales y nuestra atención desmesurada por el resultado final sin tener disposición por un proceso. Y así, muchos sueños, intenciones, metas y propósitos se van quedando para luego— hasta el olvido o la procrastinación crónica.
Como seres sociales nos corresponde elegir con quién interactuamos, de qué conversamos, a quienes admiramos y quienes nos rodean. Inclusive podríamos conscientemente blindar nuestra mente para no dejar pasar las ideas o creencias limitantes de otros, evitando confirmar pensamientos que no nos pertenecen y no se alinean a nuestros ideales.
Muchos dejan para luego lo que han soñado porque no han aceptado el proceso necesario para desarrollar habilidades y construir grandes cosas. Y desisten de hacer lo que realmente importa. Tus barreas podrían ser tus interacciones sociales y tu apatía por someterte a un proceso expansivo e incómodo de aprendizaje, prueba y error.
He practicado el jiu jitsu brasileño desde el 2012 y allí he encontrado una actividad que me resulta muy similar a la vida misma. Me refiero a que, como en la vida, en el jiu jitsu para avanzar en las habilidades y las técnicas se requiere de paciencia, determinación y perseverancia. Para todos es intuitivo saber que no te vas a ganar una cinta negra en unas cuantas semanas.
En el deporte el proceso es más satisfactorio que el resultado, pues es en “la pelea” que te das cuenta de qué tan bien has integrado los aprendizajes. Es con los errores que descubrís tus áreas de oportunidad. Y sos capaz de aprovechar y celebrar las situaciones nuevas que presentan nuevas oportunidades para desarrollar tu técnica y mentalidad.
De las cosas maravillosas del jiu jitsu así como de otras artes marciales, es la afiliación— un grupo de personas con diferentes perspectivas, estratos sociales, gustos, historias, etc., se reúnen a disfrutar y trabajar por un objetivo en común. El equipo— el grupo— suele ser muy relevante para el desarrollo deportivo, así como de carácter. Tus compañeros te apoyan, te exigen y te ayudan a “afilar tus armas”.
Hago referencia a este hermoso deporte, porque me parece que en el mundo de los intangibles, necesitamos más mentalidad de proceso en nuestros objetivos y una intención consciente en las relaciones que construimos— las personas con quienes nos rodeamos.
Porque así como cuando alguien que está fuera del “tatami” no se deja influenciar por quien no ha experimentado el arte marcial y abandonarlo, todos tenemos la oportunidad de una vez que conocimos “la luz” —el propósito, o nuestro llamado— ser igual de perseverantes que un practicante marcial para continuar en el camino y ser cada día mejor; practicar, practicar y practicar. Necesitamos quizás, Mind Jitsu.
Jorge
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