El liderazgo y las emociones

Ser líder es un rol que tradicionalmente está asociado con habilidades técnicas, experiencia, autoridad y conocimiento. Además de una fortaleza y temple implacable. De alguna manera la posición del liderazgo exige cumplir con expectativas de una sociedad que está enfocada en resultados. En este sentido, el liderazgo se convierte en un culto a la racionalidad, dejando poco o nada de espacio para las emociones.

Nuevas corrientes de pensamiento nos recuerdan que la vulnerabildad es una cualidad y hasta un valor esencial en la experiencia humana(ver a Brené Brown, Adam Grant y Simon Sinek). Las neurociencias nos han demostrado el lugar que tienen las emociones en nuestra vida(ver a Lisa Feldman Barrett). Y los resultados en relación al estado psicológico de la población mundial(ver informes de la OMS y OIT), nos hace saber que una vida en desequilibrio no es sostenible en el tiempo, no es saludable y, no es racional.

Por una cultura que tiene cimientos en antepasados que resaltaron cualidades relacionadas a la fortaleza, la razón, el pragmatismo y la impasibilidad, hoy arrastramos paradigmas limitantes en cuanto al rol de las emociones en nuestras vidas. Entonces, no es de extrañarnos que existan consecuencias graves en cuanto a nuestra salud general por la poca atención a nuestra experiencia individual— experiencia de mente-cuerpo. Parece ser que muchos nos hemos creído la historia de que no hay mucho tiempo que perder, sintiendo.

 

Las emociones

Las emociones son el resultado del contraste entre expectativa y realidad. Las emociones son la construcción lingüística que hacemos los humanos ante ciertas situaciones en relación a lo que sentimos. Como parte de los caminos neuronales que nos hacen funcionar relativamente bien, son producto de nuestras predicciones. Es decir, nuestros aprendizajes y entendimientos, nos facultan para atender un contexto dado y le darle sentido de acuerdo a nuestros conceptos. Podemos sentir tanto como nuestra capacidad de comunicarnos.

"No son los eventos que nos suceden los que causan nuestro sufrimiento sino nuestros pensamientos con respecto a ellos"- Epicteto

No existe una forma universal de expresar una emoción, mas la cultura en la que nos desarrollamos nos influencia para construir nuestras experiencias emocionales. Las instancias emocionales son producto de un sistema nervioso que se activa con un coctel de químicos en congruencia con el entorno y nuestra interpretación de la situación. Cuando no reconocemos la experiencia emocional— ignorando, desvalidándo, distrayéndonos o reprimiendo— no solo nos perdemos una oportunidad para conocernos y de manera consciente satisfacer nuestras necesidades sino que además nos cargamos poco a poco, manifestando síntomas físicos como: dolores de estómago o cabeza crónicos, así como contracturas, bajos niveles de energía y disminución de capacidades cognitivas.

Tener una experiencia emocional consciente es fundamental para una vida saludable. Esto requiere de romper con viejas creencias limitantes con respecto al lugar de las emociones en nuestras vidas y además, desarrollar la conexión con nuestro mundo interior para conocer nuestros procesos mentales y la energía e información de nuestro cuerpo para construir experiencias más útiles.

 

El rol de las emociones en el liderazgo

Imagino que más de uno pensaría en el caso extremo de "sobre exponer" sus emociones y volverse víctima de ellas. Por supuesto que esto funcionaría para disparar su mecanismo de defensa y mantener una relación distante con las emociones. Así como reprimir es nocivo, entregarnos a la agitación de un sentimiento, nos aleja de nuestro potencial.

Nosotros somos capaces de manejar nuestros estados emocionales y esto es muy diferente a reprimir las emociones. Mientras que manejar los estados significa prestar atención a lo que sentimos y pensamos, mientras nos hacemos cargo de lo que sentimos y pensamos; reprimir las emociones, nos hace ignorar la experiencia, distraernos y finalmente arrastrar historias cargadas de miedos, rencor, dolor, frustración, culpa, etc., no reconocidas.

Hacernos cargo de nuestros pensamientos y sentimientos, nos permite elegir conscientemente qué hacer con ellos, gestionar, pedir, conversar e inclusive actualizar nuestro mapa interno. Entonces, no se trata de entregarnos a las emociones como títeres de ellas, pues debemos recordar que las emociones no son comandos infalibles, no son la realidad aunque sea verdadero lo que sentimos. El juego se trata de hacernos responsables con consciencia y autoempatía. Hacernos cargo es autoliderarnos.

Si quien lidera pretende inspirar, guiar y acompañar a otros en dirección a grandes objetivos, primero y ante todo debe ser capaz de autoliderarse. No podemos dar lo que no tenemos.

 


Finalmente. Si no vivimos una experiencia integral en la que cuidemos de nuestro bienestar físico, así como mental, no podremos alcanzar los estados más elevados de nuestra condición. No sabremos lo que es ser, plenamente humano.

Cuando evitamos sentir el dolor de las emociones incómodas, a lo mejor lo más doloroso es reconocer que nuestra realidad no es la realidad. Pero en el camino de liderazgo debemos ser capaces de sobrepasar las barreras del ego y como dijo el emperador filósofo, "si alguien me hace saber y me convence de que he errado, con gusto cambiaría mi conducta. Mi camino es el de la verdad y ella no ha dañado a nadie."

Ser racional no es ignorar o distraernos de nuestras emociones, sino reconocerlas y con lógica, razón, creatividad y empatía, hacer buen uso de ellas para dar nuestro siguiente mejor paso. Este es el camino del autoconocimiento.

 

Jorge

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