“Aquel que no se fija en su vida un propósito, no puede permanecer uno solo y uno mismo en el curso de la vida” -Marco Aurelio, XI.21
Cuando se trata de personas exitosas, no podríamos pensar en una sin asociarla al trabajo de un equipo. Incluso, si es un individuo el que brilla con un trofeo, sabemos que en el proceso tuvo la compañía de otros que le apoyaron para seguir su sueño y hacerlo realidad. No podemos lograr nada sin la interacción y el apoyo de otros. Si queremos alcanzar nuestros sueños, vivir una vida extraordinaria y tener logros sorprendentes, necesitamos asumir el rol de liderazgo— en lo profesional, en lo personal y en nuestras relaciones.
El liderazgo, comúnmente ha sido asociado con comportamientos autoritarios como: dar órdenes, señalar los errores, despedir gente, sobresalir del resto y hasta utilizar los recursos disponibles para ganar aún a expensas de los demás. Es que, en la pirámide de líderes, aquellos que han escalado más alto parecen ser despiadados y esto ha provocado un sesgo que distorsiona nuestra concepción de lo que es necesario para alcanzar el éxito. Se entiende popularmente que el liderazgo es un proceso unidireccional en el que el líder toma decisiones y dirige a su equipo, mientras que los miembros del equipo siguen las instrucciones y los mandatos. Y esto es un error. Según Adam Gran, psicólogo organizacional de la Universidad de Wharton, en la curva del éxito sostenido a largo plazo, las personas que están dispuestas a ofrecer más valor genuinamente— "Givers" les dice él— son quienes logran no solo éxito sino el éxito sostenido a lo largo de sus vidas y esto tiene que ver con la calidad de sus relaciones.
Algunos asuntos que aquejan en lo cotidiano a las personas que tienen roles de liderazgo son la falta de comprensión de parte de sus equipos en cuanto a sus objetivos, la no ejecución de los procedimientos, la ineficiencia operativa de parte de sus subalternos, la falta de confianza para opinar, la falta de motivación del equipo, la aversión a asumir riesgos y tomar decisiones, etc. ¿Te has preguntado, por qué es que estos problemas comunes no han sido superados por la mayoría?
"Todos tenemos objetivos personales para alcanzar nuestras metas, y resulta que tanto las personas que están dispuestas a ofrecer son tan ambiciosas como las que solo quieren obtener. Y la diferencia está en la manera en que se persiguen esos objetivos". - Adam Grant, "Give and Take"
Mejorar la capacidad de transmitir ideas y objetivos de manera clara y efectiva, así como de escuchar y entender las perspectivas de otros con apertura e interés genuino. La capacidad para conectar, entender y considerar los puntos de vista y emociones de otros para construir relaciones fuertes y motivar al equipo. Con un equipo motivado no solo se tendría un beneficio en lo cotidiano, sino en los momentos críticos y complejos en los que se deban tomar decisiones informadas y efectivas. Quien lidera debe comprender que la flexibilidad es fundamental para adaptarse al entorno y a los estilos de comunicación de sus miembros de equipo.
Se quiera o no, la persona que lidera es un modelo a seguir para los otros, por lo que debe tomar en cuenta que es quien va a marcar la pauta de la cultura organizacional— la dinámica del equipo es el reflejo de los comportamientos observables de la líder. Finalmente, un líder tiene la capacidad de fomentar el crecimiento y el desarrollo de los miembros del equipo y de trabajar juntos hacia un objetivo común, es decir, es un facilitador del florecimiento de los individuos que integran el equipo.
En Neurosemántica creemos en el liderazgo como un rol que asume quien tiene una visión extraordinaria y atractiva, que es capaz de comunicarla de forma efectiva para inspirar a otros para hacer que las cosas sucedan. Quien lidera se convierte en un modelo de autoactualización para quienes le acompañan, alcanzando así su máximo potencial individual y en equipo.
Para lograr vivir en autoactualización se debe prestar atención a dos componentes: significado y desempeño. Cuando hablamos de significado nos referimos a, ¿qué tanto te importa lo que hacés y qué tan conectado estás con las necesidades de autorrealización?. Las necesidades de autorrealización como: contribución, excelencia, belleza, conocimiento, sinergia, trascendencia, legado, integración, etc. Es que cuando el ser humano conecta con las necesidades más altas, comienza a vivir una vida plenamente humana— inspirada e inspiradora.
Y, ¿qué es lo que sucede normalmente en la sociedad? Que estamos acostumbrados a trabajar por cubrir las necesidades básicas: dinero, comida, techo, abrigo, reconocimiento, etc. El asunto con estas necesidades es que se satisfacen de manera fugaz y generan una distorsión de la realidad que resulta ser poco motivante. Por otro lado, las necesidades del ser conectan con la autorrealización y sirven de combustible para caminar en dirección a algo más grande. Cuando se vive en conexión con las necesidades del ser, no se desprecian las necesidades básicas, mas empiezan a tener un valor menor, pues ya no son el objetivo, sino solo un medio para habitar de manera óptima este plano físico y perseguir el bien mayor.
Porque muchas veces las organizaciones buscan mejorar los procesos y las habilidades de sus miembros sin haber conectado con las razones correctas, provocando entonces un ciclo de nunca acabar en el que los equipos carecen de motivación para mejorar y accionar en dirección a las metas más extraordinarias.
Mi punto es que, si tenés una organización con metas claras, procedimientos diseñados, con miembros de equipo con las habilidades y el conocimiento para desempeñarse en su puesto, pero como líder no has diseñado una visión apasionante, no has distinguido tu valor personal(y el de otros) de las acciones y resultados y, no has invertido energía en reconocer tus necesidades del ser(tu propósito en la vida), no solamente no vas a inspirar a otros, sino que tu equipo va a estar lejos de su potencial.
“Estas son las propiedades del alma racional: se ve a sí misma, se analiza a sí misma y se desarrolla como le place” -Marco Aurelio, XI.1
La clave está en las relaciones y no en los resultados. Quien lidera se conoce a sí mismo, ha invertido tiempo y esfuerzo en mejorarse internamente y hacer lo necesario por mejorar sus habilidades para tener un alto rendimiento, tiene una visión clara y extraordinaria, la cual le permite arriesgarse e innovar para alcanzar los objetivos y transformar la realidad. Quien lidera hace que las cosas sucedan con la pasión que caracteriza a quienes tienen claro que no se trata del destino sino del camino. Quien lidera comprende que a pesar de los fracasos y desafíos, la visión le permite superar los obstáculos y continuar delante. Quien lidera es capaz de construir relaciones poderosas y no simplemente guiar. Es que solo cuando te conocés a vos mismo podrás comunicar para inspirar y motivar a quienes te rodean para trabajar por tu visión y florecer en el proceso.
Jorge
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