Las creencias son comandos para el sistema nervioso. Pues para una especie que depende del lenguaje para darle sentido al mundo y que además tiene un cerebro predictivo, definitivamente las palabras construyen una realidad que nos sirve de base para tomar decisiones, crear expectativas, interactuar con otros y atender el cambio. Si alguna vez dudaste cómo tus creencias sobre los otros influyen en las dinámicas de equipo, te voy a contar una historia que te ayudará a comprender el poder que tenés como líder, cuando se trata de liberar el máximo potencial de quienes te rodean.
Se trata de un estudio clásico, realizado en 1968 por el psicólogo de Harvard Robert Rosenthal, en una escuela de primaria en San Francisco. En dieciocho aulas diferentes, los estudiantes desde jardín de infantes hasta quinto grado tomaron una prueba de capacidad cognitiva. La prueba midió las habilidades verbales y de razonamiento de los estudiantes. Habilidades que son fundamentales para el aprendizaje y la resolución de problemas. Se compartieron los resultados de las pruebas con los profesores. Aproximadamente el 20 por ciento de los estudiantes habían mostrado gran potencial.
La prueba de Harvard requería que los estudiantes volvieran a hacer la prueba un año después. Y en efecto, los estudiantes que sobresalieron anteriormente mejoraron más que el resto. Y de hecho ganaron un promedio de doce puntos de coeficiente intelectual, en comparación con ganancias promedio de sólo ocho puntos para sus compañeros de clase. Estos resultados nos dicen que a lo mejor la inteligencia es un gran factor diferenciador de alto potencial. Pero algo más estaba ocurriendo en este estudio. ¿Estás preparado para conocer el truco?
Los estudiantes etiquetados como "sobresalientes" en realidad no obtuvieron puntuaciones más altas en la prueba de inteligencia de Harvard. Rosenthal seleccionó al azar al veinte por ciento de los estudiantes en cada salón de clases para ser etiquetados como "sobresalientes".
El estudio fue diseñado para descubrir qué les pasaba a los estudiantes cuando sus profesores creían que tenían un gran potencial. Los "sobresaleintes" no eran más inteligentes que sus compañeros; la diferencia estaba en "la mente del maestro".
Este es el poder de las creencias, pues llegan a convertirse en profecías auto cumplidas— "el efecto pigmalión". Cuando los profesores creían que sus alumnos tenían potencial, entonces, establecieron altas expectativas. Como resultado, los maestros mostraron un gran apoyo y promovieron la confianza de los estudiantes. Los maestros se comunicaron con más empatía con estos estudiantes, les asignaron tareas más retadoras, estuvieron más atentos a ellos y les brindaron retroalimentación frecuentemente.
Finalmente nos queda la reflexión sobre nuestra labor como líderes en las organizaciones, en interacción con nuestra familia— pareja, hijos, amigos— con nuestros alumnos, colaboradores, clientes, etc. Para una especie social como la nuestra, lo que digamos y cómo lo digamos, impacta el sistema nervioso de los otros y esto promueve resultados consecuentes.
Comprender cómo funciona la mente humana, atender nuestro mundo interior y saber comunicarnos efectivamente son herramientas esenciales en la vida de quien lidera. Pues liderar no se trata de dar ordenes infalibles sino de construir relaciones poderosas.
Jorge
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