La magia de preguntar para conectar

"Nadie aprende lo que cree que ya sabe"-Epicteto

Nos enseñaron a demostrar conocimiento. El sistema educativo, de manera general, como lo conocemos, ha desincentivado el uso de las preguntas como recurso de interacción. Y los paradigmas sociales que rigen las interacciones con diferentes personas pueden llegar a ser limitantes si no promueven una que incluya preguntas.

A decir verdad, las preguntas son la llave al mundo de la otra persona. Solos cuando utilizamos ésta herramienta de comunicación podremos conocer lo que no sabemos. De otra forma, estaremos bloqueados por nuestras suposiciones, conjeturas y deducciones simplistas.

¿Qué experiencias has tenido en el pasado con las preguntas? ¿Qué pensás de las personas que preguntan "mucho"? ¿Qué tanta facilidad tenés para hacer preguntas? ¿Cuáles son los recuerdos que tenés en tu mente cuando pensás en hacer preguntas? ¿Cuánta satisfacción tenés con tu habilidad para hacer preguntas?

De niños, nos es natural preguntar para saber, entender y conocer el mundo que nos rodea. Esa fase en la que la curiosidad es el estado más activo, al mismo tiempo resulta la etapa de mayor absorción de información. Y nos decían esponjas. De adultos perdemos esta inclinación cuando caemos en la ilusión de creer saber más de lo que realmente sabemos, sumado a las creencias limitantes relacionadas a las interacciones con humanos a través de las preguntas.

Estas son algunas de las que me he topado entre mis estudiantes a lo largo de más de diez años de entrenar a humanos y líderes en organizaciones sobre habilidades de comunicación:

• El que pregunta es tonto y al tonto ni Dios lo quiere.
• Las preguntas son un interrogatorio.
• Hacer preguntas me hace parecer ignorante.
• Debería saber esto sin preguntar.
• Las preguntas incomodan a las otras personas.
• No tengo derecho a cuestionar a las personas con autoridad.
• Preguntar puede ser desafiante.
• Las preguntas muestran inseguridad.
• No vale la pena preguntar, no obtendré una respuesta útil.
• La gente se molesta si hago muchas preguntas.
• Hacer preguntas demuestra falta de preparación.
• Preguntar es de necios.

Este tipo de creencias inhiben la posibilidad de utilizar las preguntas como recurso de comunicación e impiden las aclaraciones necesarias para enriquecer las interacciones humanas. ¿Te has dado cuenta de alguna otra que está en tu mente?

La historia nos dice que uno de los personajes más sabios del mundo, de hecho, nombrado "el hombre más sabio de Atenas" por el Oráculo de Delfos, fue el mismo que hizo su misión el conversar con las personas más notables, haciéndoles muchas preguntas para conocer su verdad. ¿Cuál era su estado para interactuar? El de curiosidad, la misma que tiene su origen en la humildad, un estado de ignorancia. "Solo sé que nada sé", dijo Sócrates.

El problema de no preguntar

Cuando no preguntamos asumimos y aunque no necesariamente creamos que tenemos el poder de leer mentes, desde esta ilusión, operamos. Sin darnos cuenta, cuando no preguntamos, caemos en el hechizo de las conjeturas de nuestra mente. Y de manera grave le agregamos nuestro drama interno a la situación. Ciertos patrones de lenguaje provocan la ilusión de la lectura de mente con declaraciones acusatorias. Por ejemplo:

• "No escuchás lo que estoy diciendo."
• "No te importa lo que pase con nuestro dinero."
• "¡Solo pensás en vos mismo!"
• "No lo hacés solo porque lo dije yo."
• "Está planeando algo en mi contra."

Estas declaraciones en segunda persona asumen que sabés lo que la otra persona piensa, siente o cuáles son sus intenciones y motivos. Esto es leer la mente y no solo es peligroso para tu salud, sino que es uno de los niveles más bajos de comunicación. Las declaraciones en segunda persona, al asumir demasiado, transgreden la realidad de las personas, encendiendo mecanismos defensivos por asumir más de lo que realmente podés saber. Y las preguntas son la solución.

Tipos de Preguntas

"Si le preguntaras a alguien las mismas preguntas varias veces y de diferentes maneras. Sabrás al final que esta persona tendrá el conocimiento que no será menos exacto que el de cualquier otra." - Sócrates

Existen tres principales tipos de preguntas que pueden hacer que la interacción sea más enriquecedora. Pero la clave de hacer uso de ellas es tener clara tu intención para preguntar.

• Preguntas cerradas: te permiten tomar decisiones, verificar entendimiento, limitar las posibilidades, dirigir la energía de la conversación, etc.
• Preguntas abiertas: Abren posibilidades, te permiten accesar a la mente de la otra persona de manera libre.
• Preguntas de reflexión: Para conocer los valores, creencias, ideas, expectativas, entendimientos, significados, historias, conceptos, etc.

Preguntas limitantes

Normalmente las preguntas hechas con genuina curiosidad son un potenciador de conversaciones. Sin embargo existen dos tipos de pregunta que se deben de evitar porque provienen de la sospecha y/o el juicio.

• Preguntas ¿por qué?: buscan razones, explicaciones, justificaciones... A no ser de que tengas una buena intención para hacer la pregunta "por qué", tenés que saber que normalmente enciende mecanismos defensivos en la otra persona.
• Preguntas sesgadas: Son las preguntas que se hacen cuando se cree que se tiene la respuesta, y se hace para darse la razón. Si hacés una pregunta, esperando que validen tu sospecha, esa no es una buena pregunta. No la hagás.

Te invito a accesar a un estado de apertura, genuino interés y curiosidad para interactuar con cada humano. Pues de esta manera lograrás conexiones empáticas y liberarás posibilidades que antes eran imposibles de soñar. Es hora de cambiar los pensamientos que te han limitado de utilizar el gran recurso de las preguntas para accesar al mundo interno de tus interlocutores.

Porque quiero motivarte te comparto una guía legendaria de preguntas para conectar con humanos de forma poderosa y utilizarlo cuanto antes con una persona con quien querás mejorar tu relación. Descarga aquí el protocolo de 36 preguntas para conectar de forma poderosa.

Jorge