"La mente que se ha preparado para las cosas anticipadamente, las asume con coraje" -Séneca
Los Estoicos tenían una actitud proactiva ante la vida. Es fascinante la forma en que pretendían imponerse ante las cosas con coraje y aceptación radical, en vez asumir las cosas desde un estado de víctima. Ellos tenían una visión filosófica que heredaron de Sócrates como su modelo a seguir. De alguna manera, su guía ética para vivir la vida se trataba de la práctica diaria para vivir una buena vida según lo había planteado el famoso filósofo siglos antes— una vida auto examinada, con la intención de alcanzar la excelencia individual y como ciudadanos.
Pero, ¿cómo lograr integrar las "lindas y buenas" ideas a la practica? Los Estoicos lo tenían resuelto. Uno de sus métodos se trata de una practica llamada, "incomodidad voluntaria". De ella existe sobre todo referencia en el libro, "Cartas de un Estoico" de Séneca, en el que él le ofrece consejos a Lucilo para vivir una buena vida según la filosofía. Séneca, le recomienda a Lucilo en diferentes ocaciones utilizar el ayuno, los baños de agua fría y hasta dormir en la intemperie, para ir formándose como un Estoico. ¡Qué cosas tan extremas!, podrías pensar. El asunto es que estas practicas que parecen intuitivas para humanos que habitaron la tierra hace miles de anos, hoy son objeto de estudio y los resultados han sido asombrosos.
Para formar su mente. Para ganar resiliencia. Para preparar su cuerpo para soportar lo que algunos creían imposible soportar. Para reconocer sus capacidades y aprender a estar cómodos en la incomodidad.
Ellos constantemente contemplaban el orden natural, es decir, el funcionamiento natural del mundo exterior. A partir de ello construían su cosmovisión, teniendo entonces expectativas más sólidas que les pemitieran funcionar con virtud y armonía. "Hay muchas cosas que suceden que se alejan de nuestro poder", decían ellos. Reconocer que el mundo nos ofrece infinitas posibilidades— que algunas veces nos favorecen, mientras que muchas, por el contrario, nos afectan, es fundamental para quien pretende vivir una vida con paz interior y con el entorno.
Basados en estas dos premisas, los Estoicos veían la vida como campo de entrenamiento para prepararse para lo que fuera que trajera el destino. Como decía el Emperador Marco Aurelio, “recibiendo los favores del destino sin orgullo y perdiendo las ventajas sin lamento”.
Gracias al trabajo que hizo alguna vez el fisiólogo, ganador del premio Nobel, Hans Selye, al proponer los dos tipos de estrés— eustrés y distrés (1956)— sumado a los avances en estudios neurocientíficos de hoy en día, tenemos un entendimiento fascinante sobre lo que sucede a nivel mental y físico cuando nos exponemos deliberadamente a retos e incomodidades.
El eustrés, es el tipo de estrés que sucede cuando hacemos ejercicio o asumimos una tarea retadora de forma deliberada. Ante el eustrés, nuestro cuerpo libera adrenalina, noradrenalina y dopamina. La dopamina es la molécula de motivación, recompensa y búsqueda.
El distrés, es el tipo de estrés que surge cuando somos expuestos a exigencias que creemos que nos superan, que no queremos o que resultan ser una carga de alguna manera. Cada vez que nos enfrentamos a situaciones incómodas en contra de nuestra voluntad, entonces nuestro cuerpo se llena de adrenalina, noradrenalina y cortisol. Esta combinación es necesaria para hacernos sobrevivir, mas “apaga” las funciones cognitivas de nuestra corteza prefrontal— lógica, razón, creatividad y empatía. El cortisol es la molécula del estrés, energía y sobrevivencia. Aunque necesaria, en altos niveles y por largos períodos, es perjudicial para nuestra salud.
Basándonos en la teoría del dr. Selye. El eustrés es diferente del distrés fundamentalmente por nuestra percepción de la situación a la que nos enfrentamos. Por ejemplo, pelear para la mayoría de nosotros encendería automáticamente el estado de distrés. Mas para un peleador profesional de artes marciales mixtas, con el debido entrenamiento, debería ser un estímulo de eustrés, lo cuál le permitiría tener un rendimiento fluido ante el evento. En el trabajo, dependiendo de tu opinión con respecto a lo que hacés, podrías estar viviendo con eustrés y funcionando óptimamente o bien con distrés y tendiendo al "burn out".
La resiliencia es la capacidad de sobreponerte a los obstáculos. Para los Estoicos cualquier obstáculo, reto o adversidad era objeto para ejercitar la virtud, para manifestar excelencia y seguir creciendo como humano. Epicteto, por ejemplo, utilizaba la metáfora del destino como un dios que asumía el rol de entrenador. Este entrenador nos pone a practicar con oponentes, a veces, jóvenes y fuertes, ¿para qué?, "para convertirnos en atletas de clase olímpica", decía él. Esta simple perspectiva, necesariamente enciende una actitud proactiva que libera el coctél de estrés necesario para tener una experiencia más saludable y agradable ante las vicisitudes de la vida— eustrés.
Una práctica que personalmente me encanta es, la exposición deliberada al frío. En un mundo de tantas comodidades, nosotros nos podemos preparar para asumir las situaciones “estresantes” con disciplina y determinación. Tomar duchas frías, hacer inmersiones en hielo, exponerte a climas fríos con la menor cantidad de ropa posible, induce al cuerpo a un estado de estrés e inclusive dolor— tu sistema nervioso se activa para "pelear, paralizarse o huir"— mas con tu intención clara, podés empezar a enseñarle a tu cuerpo, quien manda y además aprender de lo que sos capaz— ganar niveles de tolerancia ante la adversidad y encendiendo recursos cognitivos en situaciones altamente demandantes.
El frío es una gran herramienta, y al mismo tiempo no es la única. Podés inducirte a incomodidad voluntaria, renunciando al alcohol, dejando tu carro en la cochera y caminando o usando la bicicleta, haciendo ayuno, tomando 2 tazas menos de café, yendo a acampar, eliminando el azúcar, haciendo 10 "push-ups" más al final de la rutina, etc.
El punto es que como especie, estamos en uno de los mejores momentos de la historia. Un momento en el que tenemos demasiadas comodidades que muchas veces damos por un hecho. Por ello y por tantas distracciones, se nos olvida que el mundo es implacable— es incierto, complejo y ambiguo— y no gira al rededor de nuestras necesidades ni nuestras expectativas. Para todo esto, debemos prepararnos si queremos vivir una vida digna, una vida en armonía interior. Pase lo que pase. La práctica deliberada e intencional de la incomodidad, te permite recordar que aun en los peores escenarios tendrás tus mejores recursos disponibles y que muchas veces vos creés que sos capaz de lograr mucho menos cosas que tu potencial.
Jorge
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