Culturalmente y socialmente tenemos asociada una "mala" connotación al conflicto. Pero, ¿qué sería de un mundo lleno de complacencia y/o apatía? ¿Qué pasaría en las organizaciones si los equipos tienen dinámicas que reflejan una cámara de eco? Cuando se trata de opiniones, quizás, el problema es que no hemos aprendido a verlas como una perspectiva y no la realidad. Y por lo tanto, al conflicto como una oportunidad para descubrir nuevas posibilidades.
"La ausencia de conflicto no es armonía sino un signo de apatía." - Adam Grant
Las organizaciones y equipos de trabajo, reflejan las dinámicas internas e individuales propias de un humano. Es decir, todos "esos padecimientos mentales" como: pensamientos contrarios sucediendo al mismo tiempo, la incongruencia entre nuestros ideales y nuestras acciones, conflicto entre lo que creemos y lo que sentimos, etc. En este sentido, puede ser mucho pedir que las dinámicas en el trabajo sean más efectivas que la gestión interna de cada miembro del grupo—en especial de los líderes.
Es que, cuando se trata de conflicto es normal que se enciendan estados defensivos que nos dejan con un menú limitado de: pelear, paralizarnos o huir. No es de extrañarse que las dinámicas tiendan a generar roces y que las predicciones de nuestros cerebros cementen las profecías auto cumplidas de interacciones que no llevan a mejores resultados. Entonces, en lugar de tener mesas de discusión, lo normal tiende a ser reuniones que no promueven el pensamiento crítico y acuerdos inspiradores para todos los involucrados. En este sentido, necesitamos recordar la complejidad de la realidad para evitar reducirla constantemente a dos caras de una moneda. Como si el mundo fuera así de sencillo. Como si ser humano fuera así de sencillo...
Cuando no se reconoce la diversidad de opiniones la cosa termina en creencias limitantes tipo:
Como individuos (y cuando se trata de grupos no es la excepción), aunque nuestra tendencia natural sea la de preservar energía y repetir patrones, sabemos que crecemos cuando nos esforzamos y retamos todo aquello que hemos dado por un hecho. Así mismo, en las relaciones interpersonales, necesitamos de incomodidad para compenetrarnos cada vez más en dirección a un futuro en común. Necesitamos de conversaciones incómodas. Y las conversaciones incómodas no son las que normalmente creemos que son.
"Formular una opinión no es escuchar. Tampoco lo es, preparar una respuesta o defender una posición o atacar a otro. Escuchar impacientemente es no oir nada en absoluto. Escuchar es suspender la incredulidad." -Rick Rubin
Vamos a pensar de una conversación incómoda como aquella que dispara nuestros instintos de supervivencia. O sea, cuando reaccionamos de forma defensiva, cuando nos paralizamos y nos bloqueamos para actuar de la mejor manera o, cuando simplemente nos alejamos para evitar la posible incomodidad que imaginamos. Por lo tanto, tal como lo hubiera dicho Epicteto si estuviera vivo, "no son las conversaciones las que te ponen incómodo sino los significados que has asignado a ellas". Es cuestión de perspectiva.
¿Qué es lo que hace que una conversación se torne incómoda?
Hay que partir del siguiente marco: si entendemos las conversaciones incómodas como el choque de dos opiniones, ya estaremos limitando las posibilidades. Pues, es fácil caer en el sesgo de polarización.
Un marco más saludable sería: podemos accesar a un mundo infinito de versiones que suelen ser más inspiradoras y que promueven mejores relaciones, si y solo si, nos damos permiso de ver la complejidad en cada situación.
¿Qué hacer en caso de enfrentarnos a un conflicto?
Una relación en la que no existan diferencias es sinónimo de estancamiento en la relación y en los individuos. Pues necesariamente vemos el mundo con nuestros filtros individuales de la realidad. Con una comunicación saludable y responsable, las diferencias sientan las bases de una relación poderosa con una visión a futuro inspiradora. Debemos reconocer que como especie social, llegamos más lejos cuando lo hacemos al lado de otros que caminan a nuestro lado. Y es innegable que nuestro bienestar depende de nuestras relaciones interpersonales, en la casa y en el trabajo. Cualquier cosa que querás lograr en la vida requiere de la interacción con otro ser humano, ¿vos estás preparado para atender de manera digna cualquier interacción?
Jorge
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