El éxito está relacionado a la cantidad de conversaciones incómodas que estés dispuesto a tener

Culturalmente y socialmente tenemos asociada una "mala" connotación al conflicto. Pero, ¿qué sería de un mundo lleno de complacencia y/o apatía? ¿Qué pasaría en las organizaciones si los equipos tienen dinámicas que reflejan una cámara de eco? Cuando se trata de opiniones, quizás, el problema es que no hemos aprendido a verlas como una perspectiva y no la realidad. Y por lo tanto, al conflicto como una oportunidad para descubrir nuevas posibilidades.

"La ausencia de conflicto no es armonía sino un signo de apatía." - Adam Grant

Las organizaciones y equipos de trabajo, reflejan las dinámicas internas e individuales propias de un humano. Es decir, todos "esos padecimientos mentales" como: pensamientos contrarios sucediendo al mismo tiempo, la incongruencia entre nuestros ideales y nuestras acciones, conflicto entre lo que creemos y lo que sentimos, etc. En este sentido, puede ser mucho pedir que las dinámicas en el trabajo sean más efectivas que la gestión interna de cada miembro del grupo—en especial de los líderes.

Es que, cuando se trata de conflicto es normal que se enciendan estados defensivos que nos dejan con un menú limitado de: pelear, paralizarnos o huir. No es de extrañarse que las dinámicas tiendan a generar roces y que las predicciones de nuestros cerebros cementen las profecías auto cumplidas de interacciones que no llevan a mejores resultados. Entonces, en lugar de tener mesas de discusión, lo normal tiende a ser reuniones que no promueven el pensamiento crítico y acuerdos inspiradores para todos los involucrados. En este sentido, necesitamos recordar la complejidad de la realidad para evitar reducirla constantemente a dos caras de una moneda. Como si el mundo fuera así de sencillo. Como si ser humano fuera así de sencillo...

Cuando no se reconoce la diversidad de opiniones la cosa termina en creencias limitantes tipo:

  • ¿Para qué voy a opinar si no se toman en cuenta mis ideas?.
  • Aquí se hace lo que él/ ella dice.
  • No sé ni qué decir.
  • No creo que tenga buenas ideas.
  • ¿Y si digo algo que resulta ser una estupidez?
  • ¿Y si lo que propongo nos lleva al fracaso?
  • Si opino algo luego me debo hacer responsable de más cosas... qué pereza.
  • ¿Para qué voy a gastar el tiempo en estas discusiones?
  • Etc.

No importa que tan dispuesto estés a hacer saber tu opinión, las culturas que no promueven el conflicto como herramienta de crecimiento en los equipos, están destinadas a la falta de involucramiento en los objetivos.

El crecimiento está justo después de la incomodidad

Como individuos (y cuando se trata de grupos no es la excepción), aunque nuestra tendencia natural sea la de preservar energía y repetir patrones, sabemos que crecemos cuando nos esforzamos y retamos todo aquello que hemos dado por un hecho. Así mismo, en las relaciones interpersonales, necesitamos de incomodidad para compenetrarnos cada vez más en dirección a un futuro en común. Necesitamos de conversaciones incómodas. Y las conversaciones incómodas no son las que normalmente creemos que son.

Conversaciones incómodas

"Formular una opinión no es escuchar. Tampoco lo es, preparar una respuesta o defender una posición o atacar a otro. Escuchar impacientemente es no oir nada en absoluto. Escuchar es suspender la incredulidad." -Rick Rubin

Vamos a pensar de una conversación incómoda como aquella que dispara nuestros instintos de supervivencia. O sea, cuando reaccionamos de forma defensiva, cuando nos paralizamos y nos bloqueamos para actuar de la mejor manera o, cuando simplemente nos alejamos para evitar la posible incomodidad que imaginamos. Por lo tanto, tal como lo hubiera dicho Epicteto si estuviera vivo, "no son las conversaciones las que te ponen incómodo sino los significados que has asignado a ellas". Es cuestión de perspectiva.

¿Qué es lo que hace que una conversación se torne incómoda?

  • La opinión de alguien difiere de nuestra manera de ver el mundo y al mismo tiempo creer de nuestra opinión como la verdad.
  • Tomarse la opinión de otros como algo personal. Condicionar tu valor personal a la opinión de otros.
  • Omitir el contexto de las cosas. La importancia y relevancia real de la situación.
  • Alejarse de una perspectiva objetiva.
  • Creer que no tenemos recursos para atender la conversación.
  • Los prejuicios que tenemos sobre la otra persona.
  • La rumiación de pensamientos futuros de los peores escenarios posibles.
  • La rumiación de recuerdos sobre "los hechos" que nos marcaron en situaciones "similares".

Tips para atender el conflicto de forma saludable y productiva

Hay que partir del siguiente marco: si entendemos las conversaciones incómodas como el choque de dos opiniones, ya estaremos limitando las posibilidades. Pues, es fácil caer en el sesgo de polarización.

Un marco más saludable sería: podemos accesar a un mundo infinito de versiones que suelen ser más inspiradoras y que promueven mejores relaciones, si y solo si, nos damos permiso de ver la complejidad en cada situación.

¿Qué hacer en caso de enfrentarnos a un conflicto?

  • Resignificar el conflicto y pensar de él, como una oportunidad para conocer a la otra persona, aprender cosas nuevas, innovar y construir acuerdos.
  • Acostumbráte a pensar de forma compleja para evitar caer en el sesgo de polarización: creer que se trata de una opinión correcta y otra incorrecta. Ya que el pensamiento blanco/negro construye inconscientemente un escenario más similar a un campo de batalla, disminuyendo las opciones y los recursos significativamente.
  • "Sé como la neblina", en una armadura siempre habrá un impacto y hay cosas pegajosas que se pueden quedar, pero a la neblina no hay nada que le puedan tirar que le afecte o le mueva.
  • Aprendé a expresar tus opiniones de forma tentativa. Reconociendo que es solo una versión de la realidad.
  • Así mismo, recordá que la opinión de otros es solo eso... una opinión. Nada es personal.
  • Como un estoico, "si te sentís ofendido, eso quiere decir que tu mente ha sido complice de esto". Son tus significados los que construyen tu experiencia emocional.
  • Utilizá un lenguaje basado en evidencias— lo que se puede ver, tocar y escuchar.
  • Evita el lenguaje ambiguo, evaluativo y ofensivo. Podés tener mucha certeza de que si evitás cualquier ambigüedad en tu discursos, vas a disminuir la probablidad de malos entendidos.
  • Hacé saber tu objetivo al interactuar con la otra persona. Por ejemplo, "quiero conversar con vos y mi objetivo es llegar a un acuerdo para solucionar X asunto". Poné este marco desde el inicio, esto ayuda a dirigir la energía de la interacción.
  • Para comunicarnos requerimos de dos o más participantes, si por alguna razón notás que no es tu momento, o alguna de las otras partes involucradas no está teniendo sus mejores recursos, pedí un "time out" y acordá un nuevo espacio(fecha y hora, cuanto antes) para retomar.

Una relación en la que no existan diferencias es sinónimo de estancamiento en la relación y en los individuos. Pues necesariamente vemos el mundo con nuestros filtros individuales de la realidad. Con una comunicación saludable y responsable, las diferencias sientan las bases de una relación poderosa con una visión a futuro inspiradora. Debemos reconocer que como especie social, llegamos más lejos cuando lo hacemos al lado de otros que caminan a nuestro lado. Y es innegable que nuestro bienestar depende de nuestras relaciones interpersonales, en la casa y en el trabajo. Cualquier cosa que querás lograr en la vida requiere de la interacción con otro ser humano, ¿vos estás preparado para atender de manera digna cualquier interacción?

Jorge

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