El Estoicismo sigue atrayendo interesados pues promete un set de herramientas mentales para poder vivir buena vida, pase lo que pase. Pero, ¿será que un Estoico se sentiría de maravilla al saber que el Destino le ha colocado frente a la más grande adversidad?
Para poder responder esta pregunta y darte una idea de lo que lograron Zenón, Cleantes, Catón, Séneca, Epicteto y Marco Aurelio tiempos atrás, voy a definir de manera sobre simplificada la condición humana y luego te compartiré de forma breve mi perspectiva con respecto a la filosofía Estoica, su historia, qué busca, para qué sirve y por qué sirve.
Los seres humanos tenemos un cerebro diseñado no para pensar sino para hacernos sobrevivir. Nuestro cerebro entiende la realidad a través de la experiencia como base del conocimiento con el que asigna sentido a la vida, es decir, convirtiendo las memorias en historias que nos sirven para entender y funcionar en este plano físico.
Somos seres que sienten. Como cualquier otro animal, tenemos un sistema nervioso que se ve afectado por lo que suceda en el exterior y en el interior; al mismo tiempo que absorbemos información a través de nuestros sentidos, nuestros órganos envían datos a nuestro cerebro para preservar nuestros niveles de energía de la mejor manera posible (sistema interoceptivo). Y, ¿cuál es la mejor manera posible?, la experiencia pasada. Podés darte cuenta que esta realidad es subjetiva. Cuando nuestro organismo comienza a tener desórdenes metabólicos, emocionales y hasta inmunológicos, es producto de la situaciones pasadas y la interpretación de nuestro cerebro.
Somos un ser social que utiliza el poder del lenguaje para construir emociones. Entendemos el mundo asignándole palabras, significados y creando conceptos que compartimos con los demás para crear una realidad compartida. Es en este ejercicio que con nuestra tribu más cercana (continente-región-país-provincia-zona-situación socioeconómica-familia) construimos nuestras instancias emocionales.
Nuestro cerebro trabaja naturalmente por predicciones. Sin las predicciones nuestro cerebro no sería nada eficiente para actuar y resolver las vicisitudes de la vida, es por ello que en nuestro mejor intento estamos constantemente contestando la pregunta: ¿qué se supone que debo hacer en esta situación cuando me siento de esta manera?
Somos seres fundamentalmente sociales. Lo que alguien haga o diga, tiene un impacto directo en nuestro sistema nervioso; lo que nosotros hagamos o digamos, tiene un impacto directo en el sistema nervioso de los demás. Por esta condición necesitamos pertenecer, ser reconocidos y acompañados.
Nuestro cerebro en la busca de la eficiencia crea atajos para resolver los acertijos de la vida, a esto se les ha llamado heurísticas, o sea, los sesgos con los que filtramos la información que entra en nuestro foco de atención.
En resumen, somos un ser social con un cerebro complejo buscando sobrevivir con un sistema nervioso vulnerable ante el entorno y nuestras relaciones y, nuestro mejor intento para sobrevivir son las predicciones las cuales se ven traducidas en lo cotidiano como: expectativas, sueños, acuerdos no hablados, profecías auto cumplidas, sesgos, creencias limitantes, dogmas...
El Estoicismo es una guía de vida creada cerca del año 300 a. C por Zenón de Citio, quien luego de ser un exitoso comerciante de pieles preciosas, perdió todo en un naufragio. Zenón ya había sido introducido por su padre al pensamiento filosófico, quizás con las historias y enseñanzas sobre el más grande pensador de todos los tiempos, Sócrates. Para Zenón entonces, al quedar a la deriva y arribar a Atenas como un extranjero desprovisto de recursos, fue algo intuitivo buscar en una biblioteca algún pasaje que le reconfortara y le ayudara a tomar fuerzas para continuar. Zenón se topó con las memorias de Jenofonte (el mejor amigo de Sócrates) y quedando maravillado, preguntó al encargado de la biblioteca por alguien que pudiera ser su maestro, este personaje le direccionó hacia Crates de Tebas quien fuera uno de los alumnos más importantes de Diógenes de Sinope (el fundador de la escuela Cínica). Zenón inició entonces sus estudios filosóficos al lado de Crates.
Luego de haberse formado en el Cinismo, Zenón decidió construir una escuela de pensamiento que pretendía igual que los cínicos alcanzar la virtud (aretē: excelencia), al mismo tiempo que ser individuos funcionales en la sociedad. Zenón reconoció la condición humana basado en las ideas de los presocráticos, en especial de Heráclito, para construir una guía ética en dirección a la mejor versión que pudiera alcanzar un individuo de acuerdo al orden natural.
Inspirado por las historias de Sócrates llevando la filosofía al pueblo en las calles de Atenas, Zenón empieza a compartir sus ideas en la "terraza pintada" (stoa poikile) atrayendo a personas que se fueron convirtiendo en sus discípulos. Zenón hablaba de cómo los seres humanos estamos destinados a sufrir si no tenemos claro en dónde colocar nuestra atención, que sí pretendemos controlar aquello que escapa de nuestro control inevitablemente nuestras emociones nos van a dominar y perderemos la oportunidad de utilizar la sabiduría, la justicia, el coraje y la moderación. Zenón creó las bases de la filosofía que hoy está atrayendo a miles de miles de personas que buscamos la forma de vivir una mejor vida en medio del caos; la misma guía que le sirvió a Séneca para soportar el exilio, las amenazas de muerte y las locuras de su discípulo asignado, Nerón, así como a Epicteto para transformar su destino y pasar de ser un esclavo a un maestro reconocido del Imperio Romano, y al Emperador Marco Aurelio para convertir el sueño de Platón en realidad, demostrando que la filosofía en los líderes puede ser quizás la más importante de las herramientas.
En una de las enseñanzas del maestro Epicteto, nos comparte una guía simple y sencilla, fácil de aplicar que nos resume el poder del Estoicismo:
“En cuanto a todas las cosas que existen en el mundo, unas dependen de nosotros, otras no dependen de nosotros. De nosotros dependen; nuestras opiniones, nuestros movimientos, nuestros deseos, nuestras inclinaciones, nuestras aversiones; en una palabra, nuestra actitud.
Las cosas que no dependen de nosotros son: el cuerpo, los bienes, la reputación, la honra; en una palabra, los externos.
Las cosas que dependen de nosotros son por naturaleza libres, nada puede detenerlas, ni obstaculizarlas; las que no dependen de nosotros son débiles, esclavas, dependientes, sujetas a mil obstáculos y a mil inconvenientes, y enteramente ajenas.”
En la dicotomía del control, como se le ha llamado popularmente a esta idea, podemos encontrar una estrategia para satisfacer nuestra necesidad de control, ¿qué es lo que puedo controlar y qué no?, una simple pregunta que puede cambiar tu perspectiva y con ello mejorar tu experiencia con respecto a lo que esté sucediendo.
Los Estoicos reconocieron que los seres humanos somos seres emocionales, y que las emociones surgen a partir de enfrentar expectativa versus realidad, que si no hemos actualizado nuestros conceptos con respecto a lo que podemos controlar y lo que no, seremos títeres del destino.
Epicteto nos lo respondió claramente cuando recomendó a sus alumnos: "Dejen de esperar que las cosas pasen como ustedes quieren que pasen, más bien deseen que pasen como tengan que pasar y encontrarán paz."
Para un Estoico las cosas no tienen que estar de maravilla en medio de un despido y la responsabilidad de una familia qué sostener, la muerte de un ser querido, la noticia de una enfermedad terminal, o un asalto a mano armada, mas si puede encontrar tranquilidad para reconocer las señales de su sistema nervioso, aceptar la situación externa y preguntarse: ¿qué es lo mejor que puedo hacer en este momento de acuerdo a lo que tengo?, para actuar con sabiduría, justicia, coraje y moderación.
El Estoicismo no busca apagar las emociones, sino más bien utilizar lo que suceda externamente e internamente como una pieza de información para decidir cómo actuar y pensar desde la virtud. Hoy sabemos gracias a la nueva teoría de cómo se construyen las emociones, que si mejoramos nuestras perspectivas, nuestras expectativas y nuestras preconcepciones, también estaremos mejorando nuestras predicciones, por ende nuestra experiencia emocional. Aunque las emociones no se puedan controlar, sí se pueden construir con mejores conceptos. Esto si está en nuestro control.
" Si mejoras tus conceptos, mejoran tus predicciones"
-Lisa Feldman Barret, Phd.
Empezá a utilizar la dicotomía del control como recurso. Ante alguna situación que te incomode, prestá atención a la emoción que surge, observá las historias que te estás contando, hacé una pausa por noventa segundos y preguntáte por lo que podés controlar y lo que no, y desde este lugar de responsabilidad decidí por tu siguiente mejor paso.
Recordá que literalmente no vale la pena gastar energía en los externos (aquello que no podés controlar) y como decía Epicteto, "no son los eventos que nos suceden lo que causa nuestro sufrimiento, sino nuestros pensamientos con respecto a ellos."
Para un Estoico las cosas no tienen que estar de maravilla para asumir con libertad y mucha paz las pruebas del Destino. El Estoicismo no busca una vida de placer o hiperpositivismo sino de equilibrio y quietud en la aceptación, responsabilidad, gratitud, empatía y sabiduría.
Jorge
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