Las ideas que entran deben fluir. Escribir es parte de nuestra forma de expresarnos y dejar evidencia de nuestras palabras. Escribir nos permite compartir de forma clara y elegante nuestras ideas. Cuando escribimos nos permitimos plasmar mediante símbolos lo que a veces parece etéreo y amorfo en nuestra mente. No me canso de recomendar este hábito por múltiples razones, sin embargo me voy a limitar a compartirte tres.
La primera. Escribir requiere de un esfuerzo cognitivo tal que nos permite ordenar nuestras ideas, tener claridad de lo que queremos expresar y construir “dosis” lingüísticas para conectar pensamientos ordenados cuando hablamos. Algo así como tener tus propias ideas que te permitan conectar más ideas. Por lo que no solo nos hace aumentar nuestros recursos al expresarnos verbalmente sino que nos ayuda a hacerlo de forma fluida y elegante.
La segunda. En nuestra mente las cosas que pensamos (y siempre estamos pensando) suelen sentirse vagas, al mismo tiempo que dirigen nuestros comportamientos y estados emocionales. Cuando nos damos la oportunidad de convertir en evidencia lo que está en nuestra cabeza, nos regalamos una oportunidad para confrontar aquello que no nos gusta de una forma clara y desasociada, porque, eso que sale de nuestra mente no nos define—no somos nuestra mente, al observarlos en forma de palabras podemos darnos el chance de cambiar aquellos que no tengan sentido o que simplemente no nos sean útiles. Escribir nos ayuda a volver tangible lo que en nuestra mente se percibe abrumador y nos ofrece una oportunidad para enfrentarlo responsablemente.
La tercera. Mejora nuestra capacidad de aprendizaje. La ideas que entran en nuestro foco de atención y que nos parecen increíbles, inclusive aquellas que son producto de un “aha moment”, esos aprendizajes que tanto queremos, todo esto no nos pertenece hasta que lo hacemos propio. Y, ¿cómo hacerlo propio? Como Séneca le recomendaba a su pupilo, Lucilo: “cada día procura aprender algo que te ayude a enfrentar la adversidad. Después de exponerte a diferentes pensamientos, elegí uno para ser digerido durante el día”. Cada idea increíble, cada frase que llama tu atención, cada aprendizaje, digerílo y transformálo en algo que venga desde adentro. Mi teoría es que si una idea hizo “click” con vos es porque se alinea con tus valores, es decir, lo que para vos es importante y, es necesario que te apropies de ella con la herramienta de tus propias palabras.
Como dato curioso. Desde pequeño me ha gustado escribir. Recuerdo sentir mucho orgullo al ganar el tercer lugar de un concurso de poesía cuando tenía nueve años. Era un verano de 1998, estaba sentado en la clase, agitado y sudando, luego de un recreo muy intenso en el que corrí y corrí por toda la escuela huyendo o persiguiendo a mis compañeritos y compañeritas en algún juego que nos habíamos inventado. Mientras recomponía mi compostura, noté que una figura femenina se asomó por la puerta y me llamó. Me asusté, sí, susto fue lo que sentí. Ahora mi corazón palpitaba aceleradamente— normalmente me llamaban porque alguna travesura había hecho y mi costumbre eran los regaños, boletas, recados, y esas cosas de la escuela. Pero esa vez fue diferente, esa vez era una profesora quien me buscó para hacerme saber que había ganado algo, y lo había ganado con mis propias palabras, con mi mente creativa que fluyó y se divirtió— El poema que le había escrito a los arboles en la biblioteca en días anteriores, fue leído por alguien. No puedo explicar el gozo que sentí, fue una emoción de satisfacción que no conocía. Nunca había ganado algo antes, mis habilidades deportivas en el momento no eran las mejores, ni siquiera era parte del equipo de futbol, como para que te des una idea. Esa fue mi primera vez. En medio de la explosión de emociones y alegría corrí de inmediato a pedirle a un amigo desodorante para embarrarlo en mis axilas en combinación del sudor no había se había secado. Y con entusiasmo, faldas por dentro y buen olor me dispuse a ir a recoger un premio a la oficina de la directora que significó más de lo que cualquier se hubiera imaginado.
Con el pasar del tiempo, las aventuras de mi adolescencia, el caos existencial de vida universitaria y la atención a las demandas de la sociedad, dejé de lado mi hábito por muchos años. Fue en el 2018 que producto de mi propósito y deseo de aprender de forma acelerada sobre la mente humana, el cerebro, nuestro comportamiento, comunicación y filosofía que retomé la escritura como herramienta de crecimiento personal y profesional. Hoy luego de muchas páginas, newsletter, artículos, libretas, tinta e ideas, te digo, este es mi mayor secreto para comunicarme de la forma que lo hago y al mismo tiempo es mi mayor recurso para convertirme en el líder que quiero llegar a ser algún día. Mis primeros intentos están lejos de ser de mi agrado; errores ortográficos, mala organización, ideas confusas, palabras extrañas, errores gramaticales y de sintaxis... pero no dejo de sentir admiración por mi yo de ese entonces que decidió con determinación reconectar con su energía creativa y comprometerse con el hábito que lo inició todo.
Jorge
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