Confesiones a mis 36 años

La vida es una experiencia de constante cambio, incertidumbre, dolor y de lecciones que solo están para quienes están dispuestos a despertar.

Confesiones de un humano de 36 años. Me tomó un rato llegar a tener armonía con mi elección de ser emprendedor pues uno de los mayores retos en mi camino ha sido el manejo de mi relación con el dinero en medio de la incertidumbre. Como a muchos nos ha pasado, no vengo de recibir lecciones de educación financiera de pequeño. Aprendí algo por uno que otro consejo de mi padre y sobre todo por su ejemplo. Comprendí que ahorrar era importante aunque hasta ahora entendí el significado. Aprendí que ser adulto requiere de "ser ordenado con la plata" y que la responsabilidad es fundamental para tener una buena salud económica y una buena vida.

Pero, ¿qué significó todo esto en la mente de un adolescente cuando tuvo su primer cheque? y, ¿cómo todo esto tiene que ver con mis emociones con respecto a emprender, hasta ahora?

Recuerdo que desde que tengo uso de razón estaba buscando la manera de vender algo para hacer plata y comprarme las cosas que quería. De pequeño vendía los mangos del árbol de mis abuelos. Recuerdo que también vendí dibujos que yo mismo hacía. Más adelante mi padre nos motivó a mí y a mis hermanos para vender collares y pulseras de abalorios. De adolescente fui a trabajar con él a la empresa que lideraba. Puesto: ayudante de bodega y de chofer. Y a mis quince años tuve mi primer emprendimiento oficial; distribuía queso y huevos a mi red de contactos.

Fueron experiencias que me marcaron y me ayudaron a desempeñarme de buena forma cuando tuve mi primer trabajo oficial en una ferretería primero en bodega, luego proveeduría mas siempre con mi mente puesta en mi meta de llegar a ser vendedor. Y sí, lo logré. En esa época tenía 18 años y con la plata que ganaba me compraba ropa y discos de música.

Luego a mis 24 años, cuando tuve mi título universitario me contrataron como gerente comercial de una empresa de materiales de telecomunicaciones. En ese entonces, con más madurez y con una relación de matrimonio, encendí mi "chip" de responsabilidad y como la mayoría de cosas en mi vida, estudié sobre educación financiera. Me di cuenta del poder de un presupuesto en el que se contemplaran los gastos de estilo de vida, ahorros para emergencias, así como ahorros para largo plazo o como le llaman algunos, de libertad financiera. En ese entonces, con un salario fijo, me resultó fácil apegarme al plan.

Para cuando decidí emprender en el 2018, empezó la experiencia más agridulce que haya vivido en mi vida. La situación fue muy diferente cuando decidí dedicarme al coaching y al entrenamiento de habilidades humanas. Diferente, pues, fue un gran reto para saber cómo lidiar con la incertidumbre del siguiente mes. Emocionalmente, tuvo un gran impacto en mí hasta este año, cuando logré comprender algunas cosas que habitaban mi mente.

En el 2020, Hil y yo fundamos La Academia Mind Coach y desde entonces, hemos construido una empresa formal que está en proceso de crecimiento y que con el tiempo va dando frutos. Pero para serte sincero, a pesar de tener más de una creencia que me resulta poderosa— creo que soy un creador de dinero, por ejemplo— el día a día lo estaba percibiendo estresante, como si una parte de mí estuviera defraudado por los resultados en relación al esfuerzo. Era una sensación agobiante y un tanto incongruente con todo lo que creo del mundo. Era una de esas situaciones en las que los seres humanos nos encontramos constantemente. Me refiero a la falta de alineación entre lo que pensamos, sentimos y hacemos.

Por decisión, hace mucho tiempo, he venido utilizando mis experiencias emocionales para conocerme y te confieso que no ha sido una tarea difícil mas ha resultado muy gratificante cada vez que me dado el permiso de sostener por semanas e incluso meses una emoción disruptiva(no agradable) explorando la raíz de mi matriz mental que ha provocado la experiencia disonante. La premisa es: las emociones son producto de mi forma de ver el mundo, el tiempo, a los otros, mis capacidades, los significados, intenciones, etc. De forma sencilla: Expectativa enfrentada a la realidad.

Con el estrés que manejaba producto de una presión que se mezclaba con el sentido de "injusticia" que extrañamente me invadía exploré mi autoestima, mi relación con el trabajo, mi concepto del dinero, mi conexión con el propósito... hasta que... Luego de una sesión con mi coach tuve dos revelaciones. La primera, que no estoy dispuesto a hacer otra cosa que no sea vivir de lo que amo hacer. Y la segunda, se trataba de las expectativas que estaba planteando en mi inconsciente y el significado que estaban teniendo. ¿Expectativas? Sí, mi actualización sucedió cuando pude verbalizar su distinción con respecto la esperanza, la planificación, el deseo y las demandas. Me dí cuenta de que yo estaba operando desde un marco de demanda. Como si por el tiempo que llevara en "en el juego" y el esfuerzo que le he puesto tuviera que tener resultados específicos que solo existían en mi mente. Ok, racionalmente es "lógico" mas nuestra mente no funciona como quisieramos de manera consciente, sino de manera "psico- lógica". Cuando lo descubrí fue liberador pues me di cuenta cómo había estado esperando que las cosas fueran como yo quería que fueran, lo cual resulta ser una expectativa irracional y alejada de mis valores. Y entendí, y ajusté, y actualicé. Desde ese momento y desde el momento en que volví a conectar con mi propósito, mi experiencia emocional cambió. Ahora soy más consciente que nunca de que he elegido un camino más incierto que el convencional y que es el camino que amo o mejor dicho, que decido amar. El mismo camino puedo andarlo con estrés y reproche o, con paciencia y pasión. Es cuestión de actitud.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el dinero? Pues que luego de desapegarme de mis trabas mentales el dinero ha llegado de diferentes formas, la abundancia ha estado acompañándonos todo el tiempo, las oportunidades están floreciendo y hoy con esperanza y desapego, estoy más convencido que nunca de que no se trata de un número en la cuenta sino de las vidas que se ven impactadas. Con paciencia, determinación, convicción, altos significados y pequeños pasos todos los días, los resultados tarde o temprano llegan.

Te comparto todo esto porque, en medio de toda esta experiencia emocional, después de 36 años mis dos mayores lecciones son:

  1. Si he elegido un camino también puedo decidir cómo quiero caminarlo.
  2. Todas las emociones, en especial las no tan placenteras, son nuestro mejor recurso de autoconocimiento y autoactualización. Y esto también requiere de paciencia y de autoempatía.

Espero que tu vida sea tu campo de entrenamiento para acercarte cada día más a tu mejor versión y que te des el chance de vivir una vida plenamente humana.

Jorge

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