Qué condición la nuestra que algunos tenemos ciertas ventajas y otros sufrimos las consecuencias del destino de diferentes maneras. Algunos nacen en “cuna de oro”, mientras que otros nacen con la gracia genética de la belleza, talentos naturales o el biotipo necesario para ser campeones del mundo. Algunos tienen las oportunidades que otros desean y unos pocos lo tienen “todo”. ¿Todo?, bueno casi “todo”. Para algunos resulta más difícil florecer ante situaciones adversas. Lo que como humanos compartimos es que, pase lo que pase, nuestra condición es la de estar constantemente insatisfechos.
El sufrimiento ocurre por comparación. No es que no estés “bien”, es que no estás conforme con respecto a tu vecino, a tu compañero de trabajo o con respecto a una nueva meta. Estamos diseñado para estar siempre en busca de algo— es nuestro instinto de sobrevivencia.
Esta reflexión la hago, porque creo que es necesario reconocer nuestra realidad como humanos para resolverla y de alguna manera sacar lo mejor de ella.
Porque, mientras algunos tienen todo eso que la sociedad juzga de ventajoso, también otros tenemos la ventaja de atender el llamado y despertar. Despertar para darnos cuenta de que no se necesita demasiado para vivir una buena vida— una digna y virtuosa.
“El ser humano sufre más en pensamiento que en realidad”, decía, Séneca, quien de igual manera le escribía a Lucilo para insistirle en que, “no se trata de tenerlo todo sino hacer buen uso de lo que se tiene”.
Puede ser que tu camino, de manera subjetiva sea más “complejo” que el de otros, pero mientras esa es tu perspectiva, otros juzgan el tuyo como ventajoso. Todo es cuestión de perspectiva. El sufrimiento cuestión de opinión.
Yo observo lo complejos y fascinantes que somos como especie y me permito maravillarme por lo que podemos llegar a lograr. Somos capaces de moldear nuestro cerebro, actualizar nuestros conceptos, luchar por nuestros ideales, sobreponernos a los obstáculos y resignificar lo que sea necesario para encontrar armonía en medio del caos.
Aquí y ahora, tenemos la posibilidad de asumir nuevas perspectivas y con ello cambiar la experiencia presente al mismo tiempo construyendo un futuro diferente.
Maravillosos seres gloriosamente falibles. Eso es lo que somos.
Un truco maravilloso que nos permite “hackear nuestra realidad” es asignar altos significados a lo que vivimos, hacemos y tenemos. Por ejemplo, puedo creer que trabajo para comer y tener techo, y tendré una experiencia muy diferente a creer que trabajo para aprender y contribuir con el mundo; así como si lavo los platos creyendo que es una actividad aburrida, mientras que tendré una experiencia placentera si creo que es mi momento “para entrenarme para estar presente” o “servir a los demás”. Todo es cuestión de significados. Como dirían los budistas, “si no sos feliz lavando platos, no vas a ser feliz.”
Como me dijo mi mentor Iván Robles hace unas semanas, “todo lo que hagamos puede ser sagrado”. Vivimos una vida directamente relacionada a nuestros significados— una experiencia neurosemántica. Tenemos el poder de conectar nuestras actividades a los valores y objetivos más altos.
Si podés elegir tus perspectivas, ¿qué esperás para elegir las más empoderadoras, inspiradoras y esperanzadoras? Tenés el poder de pensar; pensar con respecto a lo que pensás; cuestionarte y actualizar tus conceptos.
Actualizando tus conceptos, tu cerebro tendrá nuevas bases para construir tu realidad presente. Sabiendo cuál es tu condición humana, “para bien y para mal”, elegí la realidad que querés vivir construyendo significados que potencien tu calidad de vida. Y para cuando estés insatisfecho, una vez más, te deseo que sea por los valores más altos, que sea porque estás conectado con las necesidades del ser: contribución, belleza, integración, conocimiento, sinergía, etc. y no por estar al día con las tendencias de la moda instagram, tiktok o las adquisiciones de tu vecino.
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