"Inventa algo, ponéle un nombre y habrás creado un concepto. Compartílo con los demás y mientras estén de acuerdo habrás creado una realidad."
-Lisa Feldman Barrett, Phd.
Los humanos trascendemos la capacidad de comunicación de un ser social, en el sentido de que los animales se comunican, es decir, regulan sus sistemas nerviosos entre sí con sonidos, caricias, gestos y demás formas de interacción, mas los seres humanos con el paso del tiempo transformamos nuestra mente y cuerpo para utilizar el poder del lenguaje. Es el lenguaje, por lo tanto, nuestra principal forma de comunicación, al punto que con él creamos posibilidades o limitamos nuestras experiencias. Una palabra y su significado puede ser el disparador de un acuerdo o un mal entendido.
Etimología:
Comunicar deriva del verbo latino communicare, que significa compartir, intercambiar algo, poner en común.
Communicare, al mismo tiempo, remite a la voz latina commūnis, que se refiere a lo común, a lo público.
Podemos deducir entonces que el concepto de comunicar significa realmente compartir algo en pos de tener un entendimiento en común(mutuo) con quienes reciban el mensaje.
Los seres humanos en nuestra condición social somos capaces de crear realidades al crear conceptos que compartimos llegando a acuerdos. Y es que, a pesar de que la forma en que vemos el mundo resulta ser relativa, subjetiva y sujeta a muchas variables individuales y culturales, cuando compartimos— nos comunicamos, entonces creamos la posibilidad de ser reconocidos y pertenecer a una realidad social.
La comunicación como la conocemos nace a partir de necesidades fundamentales de nuestros ancestros por progresar y preservar la especie. Es un proceso de miles de años que hizo que nuestra fisiología se desarrollara para tener un aparato vocal emisor de sonidos, unos oídos como el receptor perfecto de esa información y nuestra mente en el procesador de estos estímulos asignando significados y a partir de ellos construyendo el mapa con el que navegamos cada situación. Experimentando emocionalmente momento a momento.
Nuestro cerebro es un órgano increíble y maravilloso, responsable de nuestra supremacía como especie dominante de este planeta. El cerebro de manera muy eficiente guarda información en tiempo real, almacenando experiencias subjetivas en forma de aprendizaje para alejarnos de amenazas y preservar nuestra integridad— estas memorias son la fuente de nuestra experiencia emocional, ya que son la base con la cual nuestro cerebro evalúa y predice lo que podría suceder con la intención de crear un plan de acción y cumplir su objetivo principal: sobrevivir.
Curiosamente los científicos han descubierto que los canales neuronales que se encargan de regular nuestro sistema nervioso y controlar nuestros órganos vitales son los mismos que se activan cuando procesamos el lenguaje, es decir, que las conversaciones, interacciones, información consumida, historias contadas y escuchadas tienen un impacto directo en nuestro presupuesto energético corporal— cómo nos sentimos momento a momento, la sensación inmediata y contextual; comodidad y nivel de energía disponible.
Por ejemplo: un mensaje ambiguo y repentino de parte de un ser querido puede generar una sensación de incomodidad, una simple preconcepción sobre lo que significa que tu pareja se acerque para decirte, “tenemos que hablar” con un tono que tu cerebro interpreta como amenaza o peligro, y ¿qué me decís de tu jefe pidiéndote un espacio para darte “feedback”?. Así como estas interacciones pueden crear una sensación que drena energía, podés sentir mucho confort y placer en el “te amo” de tu ser más querido, en el mensaje de Whatsapp que viajó desde el otro lado del mundo de parte de tu mejor amiga, o los textos milenarios y espirituales que te hacen conectar con algo más grande que tu individualidad. Toda interacción social tiene un impacto directo en tu sistema nervioso.
“El poder del lenguaje, por lo tanto, no es una metáfora. Así estamos programados.”
- Lisa Feldman Barrett, Phd.
La libertad de expresión es fundamental para crear un mundo mejor mas esta libertad viene con la responsabilidad de la consecuencia de lo que decimos y cómo lo decimos. Cuando asumimos la responsabilidad de la comunicación nos damos cuenta de que sería una muy buena idea invertir tiempo, intención y esfuerzo en nuestras habilidades para hacer llegar mensajes más claros, poderosos y empáticos, al mismo tiempo que recibirlos con consciencia y compasión.
La realidad como la percibimos es relativa. Quizás el primer paso en dirección a la posibilidad de mejorar nuestras relaciones sería reconocer que con la comunicación podemos crear realidades sociales cuando llegamos a acuerdos, y no cuando pretendemos imponer nuestra verdad como un absoluto. Esto puede ser aterrador para quienes no se han dado cuenta de que sus ideas u opiniones no les definen y, tal vez sería bueno reflexionar con respecto al valor del desapego como estrategia para construir, crecer y crear versiones de la realidad más objetivas y sostenibles, o al menos, compartidas.
Los seres humanos somos seres sociales capaces de crear a partir del amor. El miedo nos hace reaccionar y nos limita, el amor nos conecta con la libertad de las infinitas posibilidades.
"En el momento en que las personas comiencen a hablar de lo que necesitan en vez de lo que está mal en los otros, la posibilidad de encontrar diferentes maneras de satisfacer las necesidades de todos incrementan sustancialmente."
-Marshall Rosenberg
“Nadie aprende lo que cree que ya sabe”, decía Epicteto. Si vos creés saber las mejores soluciones, las personalidades de aquellos con quienes interactúas, las reacciones antes de enfrentarte a ellas, perderás la oportunidad de sorprenderte y hacer que las cosas sean diferentes.
Comunicarse no es hablar por hablar, sino compartir para crear una realidad común.
Jorge
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