¿Serás que sos capaz de distinguir entre lo que sos y lo que hacés?
Hacé la prueba, respondé a la pregunta ¿Quién sos? e intentá no involucrar lo que tenés, lo que has logrado, a lo que te dedicás, lo que te gusta, incluso tu nombre…
No es fácil, ¿cierto?
El asunto es que tener una intención clara en tu respuesta es la clave para tener una experiencia de vida agradable, porque como seres lingüísticos y semánticos, manifestamos nuestra realidad a través de las palabras y sus significados.
Al responder a una pregunta tan común podríamos estar distorsionando nuestra identidad y con esto el problema es el condicionante a las cosas que no podemos controlar, todo lo que está fuera de nuestra esfera de poder.
Vos sos más que tus acciones, vos no sos tu acciones ni tus posesiones.
Sos un ser con muchas identidades; tenés una identidad física, sexual, cultural, intelectual, atlética, relacional, familiar, amistosa, profesional, y muchas más.
Al responder a la pregunta ¿Quién sos? te invito a hacerlo con intención, es decir, saber para qué la estás respondiendo, qué es lo que realmente querés dar a entender y recordar que aún en este intento, no es más que eso, palabras que te fueron útiles en ese momento más no limitantes para seguir conociendo algo que siempre cambia.
Sos un ser humano por alguna razón y no un “hacer” humano. Has nacido con un valor inherente.
Cuando no distinguimos nuestro valor personal de nuestras capacidades sufrimos de problemas de autoestima, con diálogos mentales severos en nuestra contra, con condiciones irreales para sentirnos suficiente y juicios que no hacen más que evitar que florezcamos.
El autoestima debe ser incondicional, solo por que sos, solo porque estás aquí y sos un ser maravilloso, falible, social, capaz de utilizar la razón para reflexionar, un ser que siente y experimenta lo que sucede a través de esta experiencia de mente y cuerpo, un ser que hace el mejor intento por vivir esto que llamamos vida.
La autoconfianza si es condicional porque tiene que ver con nuestras habilidades y estas se miden con los resultados, que definitivamente no son fijas sino que tienen espacio para crecimiento y por lo tanto con esfuerzo y entrega podríamos mejorarlas pero para lograrlo debemos comprender que no nos definen.
Vos no sos tus resultados, no sos tus logros o fracasos, vos sos un ser en expansión cuando te das el permiso de cambiar intencionalmente.
Una autoconfianza saludable te recuerda que siempre hay espacio para la mejora, que los errores son parte del camino del aprendizaje y lo que suceda es realmentación para saber qué ajustar y cómo seguir aumentando tus capacidades.
Cuando lográs distinguir entre tu valor incondicional y lo que sos capaz de hacer, lográs encender en vos la autoeficacia, que es la confianza de saber que podés atender las situaciones del destino, solucionar y actuar desde tu esfera de poder en dirección a tus objetivos.
La perfección no existe y todos lo sabemos, es solo una idea absurda que nos vendieron quienes tampoco la alcanzaron, ¿qué tal entonces ser gloriosamente falible?
Jorge
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