Para muchos puede parecer un dilema ofrecer libertad a la otra persona y al mismo tiempo arriesgar a quedarse con sus necesidades insatisfechas y expectativas no cumplidas, es decir, ¿cómo hago para hacer un uso saludable de mis expectativas en una interacción con otro ser humano sin caer en una actitud déspota o defraudarme en el intento?
La diferencia está en la asertividad versus la demanda.
Asertividad, es la capacidad que tenés de utilizar la honestidad para decir lo que pensás y lo que sentís de una forma empática y responsable. No se trata de fingir nada, sino más bien hacer saber tus opiniones, reconociendo que son solo opiniones y ofreciendo la libertad y el respeto por las del otro.
“Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho y lo que vemos es una perspectiva, no la realidad” -Marco Aurelio
En las interacciones sociales es necesario hacer saber lo que ocurre en nuestro mundo interior porque literalmente cada cabeza es un mundo, es la única forma de llegar a acuerdos en la familia, pareja, trabajo y negocios.
Nuestro cerebro tiende al ahorro de energía y prefiere utilizar el pasado para asumir un plan de acción que disponerse a lo desconocido, o sea que, de alguna manera es más natural arrastrar tus preconcepciones y prejuicios que disponerte a descubrir lo que aún no sabés. Y así ocurren los dramas, malos entendidos y conflictos disruptivos. Es la tendencia primitiva y al mismo tiempo no es una condena. Lo que quiero decir con esto es que es necesario disponerse a conocer el mundo de la otra persona, tan necesario como vos dar a conocer el tuyo. Y esto requiere de humildad, de dejar ir, de respetar, de abrirte a las posibilidades y escuchar— escuchar genuinamente con curiosidad y no con sospecha.
La curiosidad es diferente de la sospecha, mientras la una proviene de la humildad la otra tiene su raíz en el juicio.
La diferencia entre ser asertivo y ser demandante es que mientras la primera es sincera y respetuosa, la segunda no da pie a otro punto de vista y como decían los Estoicos, solo podemos controlar nuestros pensamientos y nuestras acciones, no las de los demás.
¿Cómo te va haciendo saber tu opinión a los demás? ¿Has caído en la demanda en algún área de tu vida? ¿Qué ideas o creencias han estado limitando tu asertividad? ¿Considerás que los demás tienen el mismo derecho que vos para opinar? ¿Cómo te gustaría sentirte la próxima vez que vayas a hacer saber lo que pensás? ¿Qué necesitás para conectar con la asertividad a partir de hoy?
(Meditaciones, Libro 7. 29)
***Ofrecé un espacio de escucha para la otra persona y hacé saber de tu intención para llegar a acuerdos.
Cuando estabas en tu niñez aprendiste a interactuar con otras personas en tu núcleo familiar. Tus padres se comunicaron con las mejores herramientas y recursos que tuvieron, y yo te dejo un recordatorio de que aunque tu cerebro se basa en el pasado para hacerte funcionar en el presente, esto no es una condena sino solo un punto de partida.
Las experiencias que tengas hoy van a ayudarte a crear nuevos caminos neuronales en tu maravilloso cerebro, sobre todo si tenés la intención de aprender y hacer cosas diferentes.
“Yo asumo como privilegio el poner a evaluación mi causa del día ante el tribunal mi ser. Cuando han quitado la lampara de mi vista, y mi esposa, quien sabe desde hace tiempo de mi hábito, se ha ido a descansar, me dispongo a revisar mi día por completo y recordar mis acciones y palabras. Soy estricto conmigo mismo, no dejo nada por fuera. Porque, ¿cuál sería la razón para evitar reconocer mis errores, si está en mi poder decir 'te perdono esta vez, solo recordá no volverlo a hacer'?" - Séneca
La vida es un ciclo en el que aprendemos, experimentamos, obtenemos resultados. Y con ellos la realimentación necesaria para saber ¿qué hicimos bien?, ¿qué hicimos mal? y ¿qué podemos hacer mejor?.
Jorge
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