“La curiosidad es el estado del filósofo y la filosofía comienza con las preguntas”- Sócrates, Theaetus, 155cd.
¿Alguna vez te has cuestionado tanto una idea o concepto que te invade un sentimiento de incertidumbre tal, que parece abrumador?
Pensá en tu yo de 15 años cuestionando la existencia. O quizás cuando tenías once, pensando en la muerte y la vida después de la muerte. A lo mejor ya has intentado buscar explicaciones en tu mente para comprender cómo los Mayas, los Egipcios y los Incas lograron construir edificaciones alineadas a los astros. O, preguntarte por ¿cómo habrán hecho los genios como Einstein, Nikola Tesla y Leonardo Da Vinci para tener las ideas más innovadoras? ¿Qué es lo que hizo que los humanos pensaran lo que pensaron en tiempos de la antigüedad? ¿Cómo trabaja nuestro sistema inmunológico para protegernos? ¿Qué es el tiempo?, etc.
¿Te habrás dado la oportunidad de observar la vida desde la perspectiva del todo, siendo consciente de la inmensidad del universo hasta sentir “la vacuidad”— la nada— de la que hablan los budistas?
Estamos viviendo en una realidad que es producto de los significados que hemos elegido para interpretar lo que sucede frente a nosotros, momento a momento. Y esta capacidad, nos tiene aquí como civilización. Las palabras son solo palabras y los significados nuestro mejor intento por utilizarlas para darle sentido a las cosas.
Si lo que estamos experimentando es producto de nuestros significados, entonces, ¿qué es real? ¿Cuál es la realidad? ¿Qué es cierto?
Esa sensación de no tener palabras o argumentos para explicar algo, es Aporía. Y, esto puede provocar un experiencia de ignorancia, quizás, un tanto incómoda. Y aunque algunos pueden sentir algo similar ante la apatía por buscar una respuesta a situaciones o problemas complejos, ante la aporía, un filósofo no se rendiría.
Aporía puede ser un estado vigorizante pues finalmente estarías dándote cuenta de lo que no sabías— abandonando la completa ignorancia. Ahora sabés lo que no sabés.
“Las personas no se alarman porque les cuestionen sabiendo la respuesta. Tampoco se alarman cuando saben que no saben la respuesta. Las personas se alarman cuando piensan que sabían y se dan cuenta de que no.” -Ward Farnsworth
La ignorancia de lo que no sabemos es el equivalente a vivir dormido, a no ser consciente de la posible verdad. Es como caminar y toparse con un obstáculo en la oscuridad. Iluminar el camino puede ser doloroso a la vista, mas necesario para avanzar. Darte cuenta de que ese obstáculo es la ignorancia te puede ayudar a reconocer que sabías menos de lo que creías y aunque incómodo inicialmente— porque puede ser un pequeño golpe al ego en la ilusión del conocimiento— es necesario para avanzar.
La aporía, es un estado fundamental para un proceso real y poderoso de aprendizaje. Al darte cuenta de cómo habías estado utilizando palabras y significados frágiles e insostenibles ante el escrutinio o nueva información que antes no estaba en tu radar. Luego de darte cuenta de tu ignorancia, queda un vacío, tu autoconfianza se mueve. Y esto deja un espacio para que algo nuevo y mejor llegue.
En este sentido la aporía puede ser vigorizante para continuar tu camino de autoconocimiento en dirección a la verdad— la iluminación. Sin duda, la aporía es el punto de partida necesario para el aprendizaje real. Como decía Epicteto, “nadie aprende lo que cree que ya sabe”. Las ganas de aprender suceden cuando te das cuenta de lo poco que sabés.
“¿No ves, entonces, que los errores en la vida y en la práctica también se deben atribuir a la ignorancia que tiene la ilusión del conocimiento?” -Sócrates, Alcibiades I. 116e-17d
¿Tenés la disposición de soltar todo lo que has creído como cierto para darle la bienvenida a un mundo de posibilidades? ¿Qué tal empezar por escuchar puntos de vista que hasta hoy has creído como opuestos desde un estado de completa ignorancia? ¿Viajar para conocer nuevas culturas para aprender de su historia? ¿Leer sobre temas que hoy no conocés?, etc.
Advertencia: Tené cuidado con la “falsa aporía”— esa sensación de encontrarte frente a un muro sin respuestas por el hecho de no esforzarte suficiente en intentar resolver un problema o concepto difícil. En estos casos cuestioná tu determinación y así mismo, esforzáte por observar de de nuevas el problema. Son las nuevas preguntas las que pueden iluminar de nuevo tu camino hacia la verdad.
Ante un estado de aporía, esforzáte aún más por descubrir las lecciones que están para vos. Es una señal para avanzar y no para rendirte.
Jorge
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