5 Principios Estoicos aplicados a los Negocios

La filosofía Estoica es una guía ética que nos permite no solamente florecer en nuestra mejor versión sino que nos ayuda a alcanzar tranquilidad, resiliencia y la capacidad de tener mejores relaciones, todo esto pase lo que pase, de hecho aceptando  y amando la adversidad  porque es parte del camino. 

No es casualidad que en los últimos tiempos esté alcanzando tanta popularidad, personalmente la practico hace más de 3 años producto de mi inclinación natural a sufrir de ansiedad y tristeza en medio de la incertidumbre y los bloqueos mentales que sentía cuando en mi propia cabeza nacía el caos. Para mí, fue sumamente atractiva entonces una filosofía que prometiera y se enfocara en vivir en armonía, tranquilidad, plenitud al mismo tiempo que me ayudara a crecer personalmente y lidiar con las vicisitudes de la vida. 

Como emprendedor y líder, creo que los negocios deberían de ser el reflejo del ser humano que los ha creado, lamentablemente en medio de una sociedad acelerada, competitiva y enfocada en los externos, justamente esto es lo que se ha reflejado últimamente, pero ¿qué pasaría si esos líderes hicieran una pausa para redirigir la energía y construir una compañía con una cultura Estoica?, o es más, ¿cómo sería una empresa que tuviera las bases de la mentalidad del emperador Marco Aurelio?, ¿cómo sería una organización más Estoica?

 


 

 5 Principios Estoicos aplicados a los negocios

 

  1. El objetivo principal es alcanzar la virtud

Aretē, en griego significa virtud, excelencia, grandeza. Para un Estoico esta es la meta, Aretē, y trabaja por ello diariamente enfocando su energía en 4 pilares: la sabiduría, el coraje, el auto-control y la justicia.

La virtud se traduce a la capacidad de ser nuestra mejor versión como humanos; saber tomar las mejores decisiones, comunicarnos adecuadamente, ser resilientes, elegir bien nuestras acciones, gestionar nuestras emociones, liderar con sabiduría y no gastar energías en donde no tenemos injerencia. 

Sabiduría es la capacidad de utilizar la razón para actuar de la manera correcta en una situación específica. Coraje es ser lo suficientemente congruente con los ideales pase lo que pase. El auto-control para no caer ante las tentaciones de los resultados inmediatos, la gratificación instantánea o dejar fluir las emociones disruptivas provocándonos reaccionar ante las situaciones externas como si tuvieran que satisfacer nuestras expectativas. Y el pilar de la justicia para vivir con empatía, hacer lo que beneficia a los demás y velar porque se cumplan la reglas y marcos que protegen a la mayoría. Estos son valores que no solamente van a acercar al individuo a su mejor versión, sino que se pueden aplicar como las bases sólidas de cualquier organización. 

Si el objetivo principal de una empresa es hacer dinero, este es el camino equivocado. Decía Sócrates que todos tenemos valores guías en la vida, y que si alguien actúa de cierta manera que para nuestros ojos es sinónimo de un comportamiento errado, esto no significa más que ignorancia, es decir, la persona no va a cometer un error a propósito sino porque no tiene el conocimiento necesario para actuar de otra manera. Si el objetivo es hacer dinero, esto colocará a cualquier persona u organización en conflictos a la hora de tomar decisiones con respecto a gastos, estrategias, comunicación y exigencia. La idea original de Adam Smith al proponer el capitalismo era que cada quien velara por hacer lo que mejor sabía hacer para ofrecerlo al mercado; esta es una idea que no solo se relaciona directamente con la virtud de los Estoicos sino también con la teoría de la autorrealización propuesta por Abraham Maslow, en la que sugiere que todo ser humano tiene un set de habilidades e intereses que si son utilizados al máximo, aportan a su realización y por ende a su felicidad individual. Una sociedad en la que todos los individuos vivan y trabajen haciendo lo que mejor saben hacer, es un ideal que traería beneficios en todas direcciones; la satisfacción de ser funcional y cumplir con un propósito, lo cual es natural y necesario para la buena vida de un ser humano, y por otro lado la aportación directa a la sociedad; “porque si yo soy bueno haciendo pizza y vos sos bueno haciendo hornos, vos comés de mi pizza y yo las hago con tus hornos”; esta la idea de cumplir el lugar en el orden natural de la que hablaba Marco Aurelio, en su máxima expresión. 

Una empresa debe nacer con ideales, inspirados por humanos y para humanos. Somos seres sociales, constantemente insatisfechos y la única manera crear algo perenne, que nos apasione, que nos conecte con la resiliencia y que atraiga nuestra tribu, es cuando tiene un impacto que resulta ser más grande que nuestra propia existencia. 

 

  1. Solo controlamos lo que hacemos y lo que pensamos

 A la hora de tomar decisiones la energía se puede dispersar por el miedo a las consecuencias. Los dirigentes de las empresas pueden desgastarse analizando a la competencia o descifrando a sus clientes, algunos pueden sufrir por pensar en el pasado y cómo fueron las cosas, otros por los resultados o la economía global, el clima, la política o situaciones de fuerza mayor que pueden causar estragos e incertidumbre de repente. Lo cierto del caso es que en este preciso momento solo podemos controlar nuestros pensamientos y nuestras acciones, en este mundo en el que vivimos; un plano físico que compartimos con más de 7.7 mil millones de personas, se requiere de un movimiento para lograr que algo suceda; causa y efecto. Es por ello que si nos enfocamos en nuestro mejor paso– nuestro siguiente mejor paso en dirección a nuestro objetivo, es más probable que suceda, esto se llama: influencia. Somos capaces de influir en mucho, mas lo único que podemos controlar son nuestros pensamientos y nuestras acciones; ¿cuál es tu siguiente mejor paso?

Decía Séneca que no existe viento favorable para quien no sabe hacia donde va. Creo que más de un líder debería de tomarse el tiempo para hacer pausas y reagrupar energía, definir el destino y recordar que el camino hacia el éxito es un camino a largo plazo, de hecho es un juego que no se acaba y que enfocarse en los resultados o situaciones inmediatas es desgastante; obliga a tener una visión cortoplazista que abruma por las cosas que no se pueden controlar y que además deja de lado los ideales para tomar decisiones que no benefician la causa mayor de la organización. 

 

“En cuanto a todas las cosas que existen en el mundo, unas dependen de nosotros, otras no dependen de nosotros. De nosotros dependen; nuestras opiniones, nuestros movimientos, nuestros deseos, nuestras inclinaciones, nuestras aversiones; en una palabra, nuestra actitud.

Las cosas que no dependen de nosotros son: el cuerpo, los bienes, la reputación, la honra; en una palabra, los externos.

Las cosas que dependen de nosotros son por naturaleza libres, nada puede detenerlas, ni obstaculizarlas; las que no dependen de nosotros son débiles, esclavas, dependientes, sujetas a mil obstáculos y a mil inconvenientes, y enteramente ajenas.”

-Epicteto, Enchiridion

 

  1. El Destino nos coloca frente a las situaciones necesarias para demostrar nuestro carácter

El destino es la consecuencia de los actos de los humanos y la naturaleza en constante interacción. La historia, la evolución y la evidencia nos dice que somos seres resilientes capaces de sobreponernos a cualquier adversidad, porque aunque los resultados no siempre se den a favor de nuestros objetivos, las situaciones nos permiten enriquecer nuestra experiencia, aprender, expandirnos y superarnos a nosotros mismos. 

 Epicteto tenía una analogía hermosa para exhortar a sus alumnos a que se conectaran con esta forma de ver el mundo; "en la adversidad” decía él, “piensa de vos como un luchador a quién Dios, como un entrenador, ha puesto frente a un fuerte oponente, ¿para qué?, para elevarte al nivel de un atleta olímpico”. 

Y así es en los negocios, el mercado no lo podemos controlar y sin embargo exigirá lo mejor de nosotros como organización, como líderes y como equipo. Cuando lleguen situaciones adversas entonces sería bueno preguntarse ¿qué requiere esto de nosotros?, ¿será un reenfoque, paciencia, innovación, o serán decisiones?

 

  1. Nada es permanente

“Lo que  pase tenía que pasar, lo que vaya a pasar ya ha pasado antes”, reflexionaba Marco Aurelio para hacerse consciente de que sufrir está de más. En la prosperidad recordá que todo pasará, nada es para siempre, en la adversidad recordá que todo pasará, nada es para siempre. 

Cuando las cosas estén yendo bien, la mirada siempre debe estar en la causa más grande para la cual fue hecha la empresa. Este es un juego infinito y no se trata de ganadores ni perdedores, no se trata de resultado o de éxito material, sino de un camino permanente e inspirador en dirección al impacto. 

Como líder, creer que la fórmula está resuelta y que será siempre la misma, es una buena estrategia para dejarse golpear tarde o temprano por el destino. Por otra parte no disfrutar de la vida misma mientras trabajas, es una estrategia que te quitará la posibilidad de encontrar la armonía y quietud necesarias para ser tu mejor versión, innovar, crear e inspirar a los demás. 

La clave está en el equilibro que se alcanza solo con vivir con intención, actuar con intención, pensar con intención, ser y estar con intención. 

 

  1. Somos parte de un todo

Tener objetivos egoístas nos puede convertir en seres despiadados e incongruentes, tomando decisiones que llevan la dirección del fracaso inevitable. En este mundo todo tiene consecuencias y el universo favorece todo lo que construye, fluye y aporta. Si querés que tus ideas, tus sueños, tus metas en forma de negocios trasciendan recordá que tenés la responsabilidad del mundo en tus hombros. Se lee grande, ¿verdad?, es grandioso, lo único que tenés que hacer es velar porque tu organización tenga una causa justa y que en tus decisiones, en tus acciones y tus pensamientos haya un manifiesto de virtud. 

Los líderes deben ser el mayor ejemplo, siendo lo mejor que puedan ser y protegiendo a toda costa los pilares de una buena vida; sabiduría, coraje, auto-control y justicia. 

 


 

El destino nos coloca frente a situaciones, no aquellas que nos favorecen o nos perjudican, sino a las situaciones que tienen que pasar. La incomodidad de lidiar con las cartas del destino es parte del camino, el sufrimiento está de más. Momento a momento recordá que frente a vos, como decía el maestro Epicteto, está un oponente joven y fuerte a quién Dios como un entrenador, te ha asignado, ¿para qué?, para convertirte en un atleta de calidad olímpica.

Los seres humanos tenemos una inclinación natural hacia la grandeza, algunos estamos llamados a crear visiones del mundo que trascienden la actualidad; somos los líderes y emprendedores que no elegimos el camino más fácil, pero como Hércules renunciamos al placer para escoger la meta de la gloria del Olimpo– Aretē. Hay quienes se inspiran al conocer nuestras historias, se unen a la causa y al mismo tiempo se vuelven parte de nuestro propósito, ellos son piezas fundamentales para hacer que las cosas sucedan. Con esto lo que quiero decir es que las empresas humanas enfocadas en virtud y con una causa trascendental, serán capaces de soportarlo todo. 

 

Jorge

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