5 lecciones definitivas a mis 35 años

Experimentamos la vida en un plano físico que  resulta en algo difícil de explicar. Tenemos eso que han llamado alma, espíritu o consciencia que nos hace saber vivos mientras nos movemos en un estuche de carne y hueso. 

El tiempo pasa y como un recordatorio del cambio nos marca de diferentes formas; en nuestro cuerpo la fragilidad, en nuestra mente las memorias y aprendizajes de lo que hemos vivido. 

Un día más, que maravilla. Un día más, estoy vivo— algo posible y muy probable mas no asegurado. Esto es razón de gratitud. 

 


 

Mientras he caminado por el planeta tierra y he vivido, llorado, reído, perdido, ganado, aprendido, olvidado, caído y logrado, he atesorado lecciones valiosas que hacen de mi vida un fuego intenso. Te dejo cinco lecciones que me han marcado en mi nueva vuelta al sol:

 

 

“Cuando el dios que mora en nuestro interior ordena y manda de acuerdo con la naturaleza, es capaz de creer todas la circunstancias de la vida, dirigiendo de manera constante y sin esfuerzo todas la acciones hacia lo que está permitido y factible. No se rige nunca por un orden determinado de acontecimientos, sino que aborda instintivamente lo que se le presenta. Cuando tropieza con algún obstáculo, hace de éste un motivo de ejercicio, y como el fuego se apodera de todo lo que encuentra a su paso. Una pequeña mecha se apagará, pero una hoguera consume todo lo que se la echa, y las llamas se hacen cada vez más grandes”.

- Marco Aurelio, Libro IV. Pensamiento 1

 

 

1. Nuestra vida es reflejo de la calidad de nuestras relaciones 

Como especie social la capacidad para construir relaciones poderosas es fundamental— la calidad de nuestra vida depende de ellas. En una sociedad en la que la tecnología avanza y cambia exponencialmente, la necesidad fundamental de conectar no disminuye. Hoy más que nunca tenemos acceso a saber de las personas que pasan por nuestra mente con un mensaje instantáneo, no importa en qué parte del mundo esté. Esto es muy valioso  y nos puede llenar de satisfacción, al mismo tiempo que nos recuerda el valor de tener cercanía con las personas más importantes en nuestras vidas. 

¿De qué sirven el trabajo, el conocimiento, los logros, las posesiones y los aprendizajes sino tenés con quien compartirlos y construir una nueva realidad?

Para tener relaciones poderosas es necesario el esfuerzo y la intención, y como si fuera una fogata; requiere de atención, primero para construirla, luego para encenderla y posteriormente mantener la llama por el tiempo que lo decidás. 

 

2. Los hábitos son la clave del progreso y se necesita de algo más que disciplina

Nuestro cerebro está programado para funcionar con hábitos, lo decidamos o no. En una vida sin intención difícilmente se progresará. Para tener hábitos conscientes y constructivos, es necesario un alto significado, es decir, ¿para qué querés hacer eso? ¿Por qué es importante para vos?, y como decía Epicteto, “decíme quien querés ser y hacé todo lo necesario para lograrlo”. Luego viene la claridad del objetivo y consiguientemente el diseño de una estrategia de pequeños pasos. La clave está en el sistema que desarollés, de tal manera que te convirtás en la clase de persona que hace lo que dice que quiere hacer. Al inicio es disciplina, luego entra en juego el sistema. No es fácil, para nada. Por ello es necesario el significado y el compromiso con tu mejor versión— tu “yo” del futuro.

 

3. Cuando tenés claro lo que querés y trabajás por ello, el universo responde

No he encontrado una forma racional de explicarlo, sin embargo te puedo decir por experiencia y porque he sido testigo de ello en el camino de muchos. Cuando tenés claro lo que querés y enfocás tu energía en UNA SOLA COSA, las oportunidades llegan, las personas indicada aparecen y el efecto compuesto multiplica las posibilidades. Confía en el camino, amá el camino. SER antes que HACER. 

 

4. No necesito sino prefiero, y esto es abundancia

Nos creemos la historia de que todo lo que deseamos es necesario, trabajamos sin cesar por un rutina más que por intención y dormimos el dolor de una vida sin intención con posesiones, experiencias y cosas pasajeras. Marco Aurelio y Séneca hicieron referencia a la desdicha de quienes buscan un lugar de retiro en la montaña, viajes o lugares alejados de su vida cotidiana, olvidándose de que serán compañeros de si mismos permanentemente. No se trata de lo que está afuera sino de lo que está en nuestro interior, una armonía de espíritu que no depende de nada ni nadie, si decidimos construir el imperio de nuestra mente. 

Cuando llegan los deseos por los externos, recuerdo la historia de Sócrates paseándose por el mercado ateniense, diciendo en voz alta: “¡qué montón de cosas que no necesito!”. Abundancia es hacer buen uso de mis recursos y aprovechar al máximo lo que llegue sin desear, sin depender, sin desconectarme del momento presente. 

 

5. Con una mente de principiante la vida es un campo de juego

El sentido de la vida…. ¿Para qué estamos aquí? ¿De qué se trata todo esto?…

Podés encontrar una interpretación y elegir la historia que te querés contar y que te da confort. Esa que te sirve. 

No tengo clara la respuesta pero por nuestra condición humana de interpretar de acuerdo a lo que conocemos, creo que si quiero pasarla bien, disfrutar momento a momento, no aburrirme por el sesgo del conocimiento, aprender y cambiar, atender y maravillarme hasta mi ultimo respiro. La clave está en la curiosidad— la mente de principiante. 

“Nadie aprende lo que cree que ya sabe”, dijo Epicteto. Y decido ser esa persona que como Marco Aurelio, contempla los astros e imagina la posición superior para darme cuenta que soy todo y nada, que soy parte del todo y al mismo tiempo un punto insignificante en la historia y el infinito. Quiero tener la capacidad de renunciar una y otra vez a lo que creo para dejar entrar nuevas perspectivas y fluir con el río de la vida. 

 

“Mirá detrás de tí el abismo del tiempo, y de igual modo el infinito que está por venir… Ante tal inmensidad, ¿En qué se diferencian el niño de tres días y el hombre que vivió tres veces la edad de Néstor?”

- Marco Aurelio, Libro IV. Pensamiento 50

 

Jorge

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