Rompiendo Barreras Mentales- Lecciones de 3 Historias Inspiradoras

“Estas son las propiedades del alma racional: se ve a sí misma, se analiza a sí misma y se desarrolla como le place.” -Marco Aurelio

 


Tengo el privilegio de presenciar diversas versiones de la realidad en la experiencia humana. En primer lugar, debido a la naturaleza de mi trabajo (acompañar a personas para alcanzar sus objetivos), y en segundo lugar, debido a mi inclinación a observar el comportamiento humano. Realmente me resulta fascinante notar las diferentes perspectivas y marcos de referencia que surgen en relación con los anhelos e ideales. El ser humano, de manera general, es un ser incongruente y en su mejor intento busca alinearse con su visión de lo que puede ser mejor. De lo que puede alcanzar.

En los últimos días, tuve la oportunidad de acompañar a tres personas que, por alguna razón, me marcaron y recuerdo sus casos de una manera especial. Quizás porque representan a la gran mayoría en algún momento de nuestras vidas. Es por ello que quiero compartir tres pequeñas historias para, ojalá, inspirarte y aprender a través de las experiencias de otros.

 

***Por razones de privacidad y para proteger a cada una de estas personas, utilizaré nombres ficticios.

Historia #1: El positivismo llevado al extremo

Tomás es un joven de 27 años que ha logrado practicamente todo en su vida profesional. Desde niño, ha tenido la ventaja genética para destacar en diferentes deportes gracias a su fuerza y habilidad atlética. Tiene una actitud proactiva y ha trasladado su sed de competir y ganar al ámbito laboral. Tomás aprendió de su familia a tener una ética de trabajo con altos estándares, basada en la entrega total.

Sin darse cuenta, después de cuatro trabajos y seis ascensos en los últimos seis años desde que comenzó a trabajar, adoptó la creencia: "siempre logro lo que me propongo, siempre lo he hecho".

¿El problema? Tomás hoy está desempleado. Fue despedido de su último trabajo, y le está llevando más tiempo del que esperaba encontrar una nueva oportunidad en alguna empresa. Ahora, su mundo emocional está provocando una crisis existencial que le está limitando para vivir la vida con motivación y alegría.

Conversando con él, me enfoqué en ayudarle a reconocer que su creencia es una generalización y que constituye una expectativa no solo frágil, sino difícil de cumplir. No siempre vamos a lograr lo que nos proponemos, y creer en esa historia puede ser debilitante cuando la realidad difiere de lo que esperamos. El mundo no gira a nuestro alrededor, no tiene por qué cumplir con nuestras expectativas ni satisfacer nuestras necesidades, creer lo contrario es una buena estrategia para el sufrimiento.

Las creencias que tenemos son producto de los entendimientos confirmados a través de nuestra vida. No se trata de etiquetar las creencias como buenas o malas, sino de darse cuenta de que pueden ser útiles o no, hasta que ya no lo sean. Entonces, tener la capacidad de cuando llegue el momento actualizarlas reconociendo lo que podemos y no podemos controlar.

 

Historia #2: Blanco o Negro

Manuel es un profesional con mucha experiencia en el manejo de proyectos. Domina a la perfección las habilidades técnicas y cumple con los resultados que le exigen en la empresa. Aunque le gusta lo que hace, quiere progresar profesionalmente y optar por posiciones de liderazgo en la organización. El problema es que Manuel tiene una inseguridad que le está limitando para ser visto, ya que cada vez que debe interactuar con sus jefes, algo sucede que dispara pensamientos de sabotaje, manifestados en su actitud en cada interacción.

Manuel tiene claro que esta situación es su principal barrera y me comparte sus preocupaciones. Después de una conversación profunda, Manuel revela que su peor miedo tiene que ver con equivocarse, pues al hacerlo, estaría haciendo algo malo. Se ha aferrado a la etiqueta del perfeccionismo, entregando la autoridad a criterios ambiguos que nadie ha podido cumplir. Además, esto oculta el hecho de que, lejos del perfeccionismo, su valor personal está condicionado a la opinión de otros. Cuando le pregunto, "¿qué pasaría si haces algo malo?", él responde, "que me quedo sin trabajo". Inmediatamente le pregunto, "¿y qué pasaría si te quedás sin trabajo?", "que me quedaría sin casa", me responde.

Los seres humanos somos seres lingüísticos y semánticos. Entendemos el mundo a través de las palabras y los significados, y sin darnos cuenta, enviamos señales a nuestro sistema nervioso según las historias que nos contamos. El marco de pensamiento que Manuel estaba utilizando, aparte de ser "catastrófico" porque en cada interacción con sus jefes "su casa estaría en juego", tenía sus raíces en el sesgo limitante de blanco y negro. Esto significa que, a partir de un criterio ambiguo, generaba la sensación de ser evaluado y juzgado en relación a sus resultados: bueno o malo. Cuando Manuel se dió cuenta de esto, sonrió y me expresó su liberación pues a partir de ahora, podría tener una nueva actitud desapegándose del marco tóxico que le provocaba la falta de confianza en sí mismo.

Cada vez que nuestro marco de referencia se reduzca a dos opciones, estamos limitando de manera automática los recursos que tendremos disponibles para atender la situación. En nuestras manos está, desapegarnos de las perspectivas poco útiles. A veces cuestionándolas, en otras oportunidades simplemente dándonos permiso de probar otro camino.

 

Historia #3: No lo has hecho todo

Catalina es una profesional que se ha destacado por su gran iniciativa en sus trabajos. Ha forjado una carrera en el campo de la banca y finanzas, de la que se siente orgullosa. Catalina tiene claro que tiene un futuro prometedor con resultados increíbles que beneficien a ella y a su familia.

La situación actual es que está trabajando en una organización con una cultura muy diferente a lo que estaba acostumbrada. Se siente frenada y obstaculizada por los procesos que no promueven sus iniciativas. Pero sobre todo, tiene una gran desmotivación por la relación que tiene con su jefa. Una persona con más de diez años en su puesto, con una gran carga de trabajo, que se ha acostumbrado a hacer las cosas según los procesos establecidos, manteniendo el "status quo". De esta manera, su jefa, como dice Catalina, la tiene en "una jaula". Ya podrás imaginarte la experiencia tan frustrante que puede estar viviendo Cata.

Catalina no quiere seguir trabajando allí y ya está aplicando para otros trabajos, lo que demuestra su proactividad para resolver los problemas que se le presentan en la vida. ¿El problema más grande desde mi punto de vista?, que al tomar una decisión sin atender la situación con mejores recursos, se está perdiendo la oportunidad de desarrollar habilidades de liderazgo y negociación. Pero, ¿cuál era el marco de pensamiento que estaba limitando a Catalina para ver más allá y simplemente "salir corriendo"?, "ya lo he hecho todo".

Los seres humanos tenemos la facilidad de conectar de forma natural con las personas que nos caen bien, que se parecen a nosotros y con quienes admiramos. Es parte de nuestra manera de operar. Nuestro cerebro primitivo divide el mundo en dos, ellos y nosotros. Cuando estamos frente al grupo de "nosotros", tendremos lógica, razón, creatividad y empatía para interactuar. Cuando etiquetamos a alguien de "ellos", se enciende el instinto de supervivencia y con él, el menú limitado de pelear, paralizarse o huir.

Buscar un nuevo trabajo es una buena manera de resolver problemas, pero ¿qué pasaría si mientras lo encuentra, aprovecha las circunstancias para practicar habilidades de comunicación que le sirvan de ahora en adelante? Para Catalina, esta idea resultaba atractiva pero difícil al mismo tiempo. Ella decía, "es que ya lo he hecho todo".

Yo le hice saber que se estaba mintiendo a sí misma al creer que "lo había hecho todo", pues es imposible. Entonces le compartí algunos trucos sobre persuasión e influencia y la invité a aprovechar su momento presente como su campo de entrenamiento, independientemente de lo que el futuro le deparara. A Catalina, se le iluminaron los ojos y me dijo: "Gracias, me parece que esta es una manera de ver las cosas mucho más sana que la que yo tenía. Voy a darme la oportunidad de desarrollar estas habilidades que me van a servir en mi próximo trabajo."

 


Reflexión final

Nuestros pensamientos construyen nuestra realidad. Los hechos son lo que son, y somos nosotros, con nuestra interpretación, los que vivimos la experiencia. No importa cuál sea la circunstancia, debemos recordar que frente a nosotros tenemos una oportunidad para crecer. Para crecer a partir de una "adversidad", lo que necesitamos es enfocar la atención en las cosas que sí dependen de nosotros: nuestras opiniones, nuestras emociones, nuestras palabras y nuestras acciones. Aquí y ahora.

El mundo es complejo e impredecible, pero ante cada circunstancia, nos regala la oportunidad de actualizar nuestro mapa interno con marcos e ideas más saludables y operar con nuevos recursos frente a las nuevas experiencias que nos traiga el destino. Como líderes, como humanos, primero debemos aprender a auto-liderarnos para luego compartir con los demás todo lo que tenemos por dar.

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